Se avecinan las fiestas patrias y miles de peruanos y extranjeros tendrán interés de visitar los atractivos turísticos de la región Ica, como las Líneas de Nasca-Palpa, las Islas Ballestas, Huacachina y, sin duda, el nuevo destino turístico el “Cañón de los Perdidos”, ubicado entre Ocucaje y Santiago.
El Ministerio de Cultura, las autoridades regionales de Turismo y los respectivos gobiernos locales están rehabilitando casi la totalidad de sitios arqueológicos y turísticos, ahora que se ha declarado la reapertura de este importante sector como medio de reactivación económica, tras haber permanecido cerrados por más de 15 meses a causa de la pandemia; pero, ninguna institución se preocupa por la reapertura del fascinante cañón que es, sin lugar a dudas, uno de los principales atractivos físico-recreacionales del país por la diversidad de diversión que ofrece: turismo de aventura, atractivo paisajístico, turismo ecológico, turismo paleontológico y una importante información geológica.
Visitar el Cañón de los Perdidos, que en justicia debería llamarse Pedro Néstor Neyra Díaz, en reconocimiento permanente a su redescubridor y principal impulsor ocucajino, más conocido como “Pepe Neyra”, representa un reencuentro mágico con 25 millones de pre-historia, algo inigualable.
Los paleontólogos sostienen que toda esa área -de unos 25 Km2- hace 20 o 30 millones de años era un fondo marino, apoyándose en la existencia a “flor de tierra” de restos de conchas y animales marinos fosilizados, como ballenas, tiburones, pingüinos, aves, entre otros, muy bien conservados. El fósil más grande corresponde a una ballena que mide unos 30 m de largo, la cual permanece oculta por temor a su depredación.
Durante todos esos años paleontológicos, el cañón iqueño se fue formando por la erosión de las olas del mar y por la presión de un rio, cuyo cauce fragmentado hasta ahora existe, producto de la caída de huaycos de la quebrada de Huancavelica, cuyo episodio fluvial hasta ahora se registra en la zona de Pinilla, interrumpiendo el tránsito vehicular de la carretera Panamericana Sur-CPS.
El cañón tiene cuatro niveles y en el primero se puede observar una serie de líneas que representan las distintas etapas de la presencia de las aguas marinas que se fueron retirando lentamente en un periodo de 20 o 25 millones de años, dejando esparcidos por toda esa área geológica gran cantidad de peces, cetáceos y conchas marinas.
Fauna actual
Pese a los años, la vida y el ecosistema no se han extinguido en la zona. Por estar cerca a la desembocadura del río Ica que genera filtraciones y recarga del acuífero, además de la presencia de aguas temporales, en el cañón y alrededores existen pequeñas lagunas con presencia de peces y camarones.
En el desierto también existen lagartijas y cierta flora; esto genera la presencia de cuervos y gallinazos que han hecho del lugar su hábitat. Cada cierto tiempo se ven cóndores que llegan atraídos por las placentas que dejan los lobos de mar, el cual ahora se halla a 14.5 kilómetros del cañón.
Algunos exploradores y guías turísticos aseguran haber visto venados cerca del cañón, en la pampa que lo antecede. Hace más de 20 años también apareció un puma que fue cazado a balazos por causar temor y depredación en el área urbana de Ocucaje.
Accesibilidad
Sólo los que conocen la ruta pueden llegar al cañón que está ubicado a 83 kilómetros al sudoeste de la ciudad de Ica, territorio del distrito de Santiago, en el sector denominado “Las Pampas de Gamonal”, entre El Gramadal y Montegrande, por la ruta del casi desaparecido «Río Seco» o riachuelo, en el pequeño sector Chilcatay, donde desemboca el río Ica en el océano Pacífico.
A partir de la CPS, cerca al ingreso al distrito de Ocucaje, existe un pequeño trecho carrozable que empalma con la reciente vía asfaltada que conduce al caserío de Callango. Antes de llegar a este lugar, hacia el lado derecho existe una trocha encalaminada, en cuyo ingreso se aprecian dos varas o pequeños palos que señalan el acceso a las pampas de Gamonal.
Al comienzo la ruta es serpentina, con campos de cultivo. A uno o dos kilómetros, aproximadamente, al lado derecho de la vía se ubica el campamento de Camisea. Siguiendo la trocha hacia el sur, a unos 10 o 12 kilómetros, encontramos una bifurcación que está marcada por una llanta y cerca de esta se observa una pequeña peña. Si seguimos de frente llegaremos a la zona de playas y si queremos ir al Cañón de los Perdidos debemos ingresar por el lado izquierdo, continuando por una trocha casi virginal marcada por la huella de las llantas de los vehículos en su constante trajinar.
La Asociación de Promoción Turística y Cultural de Ocucaje – APTYCO- a cargo de José Albites, Pedro Neyra y Willy Arcos, a raíz del redescubrimiento del cañón como atractivo el 11 de julio de 2011 (ayer se cumplió 10 años), colocaron en esa última ruta una serie de montículos de piedra a ambos extremos y por tramos, guiando el paso de los vehículos para que no se extravíen y lleguen directo a la zona turística. El punto de llegada es a la altura de un cerro pétreo, color entre gris y blanco, con un pequeño declive hacia la derecha.
Señalización y pillaje
Hasta la semana pasada no existía una sola señal -excepto la llanta y las rumas de piedra- que oriente a los visitantes para que lleguen al cañón sin problema alguno. Hace tres años, aproximadamente, la municipalidad de Santiago, con el apoyo de la Dirección regional de Comercio Exterior y Turismo, colocó señales a lo largo de la ruta.
La señalización ha sido depredada por delincuentes y por desadaptados guías de turismo informales, quienes cobran más de 200 soles por turista a cambio del servicio de guiado. A estos sujetos no les conviene que los visitantes lleguen con facilidad al cañón, para que así los interesados se vean obligados a contratarlos.
El servicio que prestan estos guías es pésimo y casi delictivo, ya que sólo se limitan a llevar a los turistas al cañón y no les explican nada; además, a algunos visitantes extranjeros solitarios les hacen dar diversas “vueltas” para que no conozcan el camino y otros días no lleguen por sus propios medios, cobrándoles más de la cuenta.
Muchos turistas están visitando la zona en estos días de julio, que es temporada alta; algunos grupos son guiados por policías de Turismo que aprovechan sus días de franco.
Los turistas que se aventuran visitar la zona por su propia cuenta y sin guía, se pierden en el camino, situación que es aprovechada por la delincuencia para asaltarlos. La solución queda en manos de las autoridades regionales y municipales, quienes deben reponer la señalización y realizar patrullajes inopinados y constantes. También se recomienda a los turistas contratar los servicios de agencias de turismo autorizadas.
Daniel Bravo Dextre