La Bandera y el alma de la Patria

| Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda

Historiador, director del Museo Electoral y de la Democracia

de la Dirección Nacional de Educación y Formación Cívica

Ciudadana del Jurado Nacional de Elecciones

El 7 de junio de 1880 es un día grabado en la memoria de todos los peruanos, no solo por la gloria que significa la epopeya de Arica, sino porque ese día, cada año, más allá del amor patriótico y de renovación de fidelidad a la Bandera, se siente que la patria se lleva en el alma, y que la bicolor circula por la sangre, como energía de renovación y mantenimiento de fidelidad al Perú.

La bandera, nuestra Bandera, esa que poéticamente -en la voz de Abraham Valdelomar- es hija del general José de San Martin y nieta del mítico fundador del imperio incaico, es el símbolo emparentado con toda la nación que, mestiza y configurada a través de diferentes madres patrias, siente que una sola es su bandera, que destella el rojo y blanco por los cielos del Perú, y trajina por todos los confines terrenales de la heredad de los peruanos.

Poéticamente se puede decir que para cada sociedad la bandera es una estrella, una guía señalando el camino, un símbolo esperanzador, como aquel que guio a los magos hasta llegar a su destino, y así los pueblos zurcen los días cargándolos de historia, de luz viva que es donde acontece y trasciende en cada uno de los mil rostros que apuntan a la patria, porque la bandera tiene esa música del alma que a todos nos llena y nos convida a ser parte de ella, como victoria suprema de la patria.

El 7 de junio de 1880, el coronel Francisco Bolognesi respondió heroicamente que él y sus soldados pelearían hasta quemar el último cartucho, fue la respuesta plural y a través de una sola voz expresó el sentimiento de los peruanos defensores de Arica que, pese a las desventajas con las que se enfrentaban al enemigo, prefirieron morir por esa Bandera, ante la cual habían jurado defender a su patria.

Ver flamear una bandera, de cualquiera que fuera la nación que representa, nos motiva una actitud de respeto hacia ella, porque es un símbolo nacional, tan valioso para ellos, como es la nuestra, esa que se concibió rojo y blanca; y así, nuestra Bandera sin mancha es el símbolo sublime que hermana a los peruanos y a las peruanas de hoy, de ayer y de mañana.

Sabemos de la existencia de leyes, decretos y otros dispositivos legales asociados al comienzo y a las transformaciones de la Bandera peruana que, con una forma concebida por el general San Martin, experimentó modificaciones en los mismos años de la independencia. Sea una y otra la forma variada, la bandera representa a la patria que, si bien está enraizada con la tierra, la colectividad que vive en ella la siente como el motor de su destino.

Es difícil saber si nuestros pretéritos tuvieron una sola bandera en cada etapa de nuestra historia; qué símbolo habrá integrado al universo social de Caral o de Huari, o al de Nasca y Paracas, es difícil aun saber si los sentimientos de patria ganaban a la mayoría de los participantes de Chavín o de Chanchan, porque las condiciones de vida eran otras, y no sabemos qué mecanismos de socialización anticipada se practicaban en aquellos tiempos.

Hoy, la sociedad demanda de educación cívica ciudadana, de la transmisión de valores a sus nuevos integrantes, y esos valores no descuidan el fortalecimiento del sentimiento de patria, asociado a la vida y acción de cada ícono de la historia nacional que, como varones o como mujeres, le dieron a su patria todo lo que ella demandó y sigue demandando.

“La patria no es un color”, se nos señala, pero la Bandera roja y blanca representa a todos los rostros del Perú, a todas las ideologías y credos, y a toda la esencia cultural que se expresa a través de comportamientos diversos que, en sus diferentes modos de crear y obrar, lo hacen siempre teniendo como símbolo a una sola Bandera.

La Bandera, el Escudo y el Himno Nacional son símbolos de la patria, a los que respetamos porque son la unidad que agrupa a la nación, que reconoce su unidad a través de la diversidad cultural que es su realidad y que se sabe que es una, pese a los múltiples conflictos que, como un proceso social recurrente, no ha estado lejos de los peruanos de la sierra, de la costa y de la selva.

La Bandera peruana ya tiene más de 200 años de existencia y al poco tiempo de su creación, en octubre de 1820, su dibujo fue enviado a todos los pueblos del Perú, y por eso las de las proclamaciones de la independencia en el interior del virreinato del Perú son similares a los que creó el general San Martín, como se puede apreciar en la bandera con la que se proclamó la independencia en Piura.

Para los iqueños, hablar de la Bandera tiene un significado especial, al haber sido Pisco el escenario en el que fue concebida, y lo que llevara al escritor iqueño Abraham Valdelomar a retratar con su imaginación literaria un sueño del general San Martín, a partir del cual se le ocurrió los colores y la forma de la Bandera; pero, recordemos, esta es un visión literaria y no histórica.

La Bandera nacional flamea en todas las plazas y edificios públicos del Perú, cada lugar tiene un espacio en el que no puede faltar la Bandera, hemos sentido con emoción vibrante cuando recorremos el Perú y conversamos con la gente. La Bandera tiene un sitio reservado en cada pueblo, lugar -hasta cierto punto- sacrosanto.

Cada 7 de junio, con las figuras evocadas por la gesta de Arica, juntos a Francisco Bolognesi y a Alfonso Ugarte, se asoman los rostros de los peruanos y peruanas de todos los tiempos, especialmente de los de la gesta de la Independencia, y la memoria de los defensores de la patria en más de 200 años de histórica republicana, hombres y mujeres de valía que ofrendaron su vida por la patria.

La pérdida de la plaza de Arica significó para Perú minimizar a su ejército profesional, terminar de perder su base naval del sur; y para los bolivianos, quedarse sin salida al mar. Tras la batalla de Arica siguieron otros episodios bélicos, con ventajas para Chile, que hasta ahora tiene a Arica en su jurisdicción, burlando en su momento la expresión plebiscitaria que expresaría el mantenimiento de la peruanidad de quienes vivían en esa zona.

Que la renovación de la fidelidad a la Bandera, este 7 de junio, nos lleve a todos a reflexionar sobre el compromiso que tenemos con la Patria, a la que sabemos simbolizada en la Bandera; la patria está resumida en uno de sus símbolos que hace vibrar a los corazones y esperanzas, como cada vez que se entona el Himno nacional, otro de los símbolos que hermana a los peruanos, como nos integra el símbolo que resume la riqueza nacional: el Escudo del Perú.

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