Cuando un cerebro habla. Un claro ejemplo del método científico.

|Luis Edgardo Figueroa Montes

Médico patólogo clínico.

Director de Medicina del Laboratorio

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Según el diccionario de la real academia española, define a ciencia como el conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente (1).

Para obtener evidencia sobre la ciencia, se utiliza una herramienta poderosa denominada «Método científico». Este método se usa en todas las ciencias. Los científicos hacen diferentes preguntas y realizan distintas pruebas, sin embargo, usan el mismo método científico para encontrar respuestas lógicas y respaldadas por evidencia. Según Khan Academy, refiere que este método tiene 5 pasos básicos, donde: se hace una observación, se plantea una pregunta, se formula una hipótesis o explicación que pueda ponerse a prueba, se realiza una predicción con base en la hipótesis y se pone a prueba la predicción. Posterior, se repite el proceso y se utilizan los resultados para formular nuevas hipótesis o predicciones (2).

Generar nuevo conocimiento, en base a este método, necesita que seamos observadores y de forma constante y etérea generemos preguntas a los hechos visibles en nuestro diario quehacer. Significa que ante nuestras manos y miradas estén sucediendo eventos que permitan generar grandes cambios y así romper paradigmas de cómo se hacen y perciben las cosas en ese momento «Preguntarse y generar nuevo conocimiento es elemental».

Aprovechando un placentero fin de semana, dedico un espacio para ver una película en una plataforma de streaming y busco una basada en hechos reales. Así llego a ver una película «Concussion» (La verdad oculta, en Hispanoamérica, y La verdad duele, en España) protagonizada por Will Smith. Un médico nigeriano, Bennet Ifeakandu Omalu, se hizo una pregunta ¿El traumatismo craneal crónico (conmoción cerebral) de los jugadores de futbol americano ocasiona un daño cerebral crónico? Esta pregunta se la plantea a razón de realizar una autopsia a Mike Webster, un jugador retirado de la Liga Nacional de Fútbol de los Pittsburgh Steelers, que falleció en 2002 por una enfermedad aterosclerótica (miocardiopatía dilatada). El médico observó la asociación de lesiones en el cerebro del cadáver con una condición neurológica denominada Encefalopatía Traumática Crónica (ETC); ya descrita en boxeadores y otros deportistas profesionales. El exjugador Mike Webster falleció de forma repentina e inesperada, tras años de lucha con una discapacidad intelectual y cognitiva, con tendencias autodestructivas, desórdenes del estado de ánimo, síntomas parkinsonianos, depresión, abuso de drogas e intentos de suicidio (3).

Aunque el cerebro de Webster parecía normal en la autopsia, Omalu desarrolló un análisis independiente y autofinanciado del tejido cerebral. Intuyó que Webster sufría de demencia inducida por impactos repetidos en la cabeza, una patología descubierta ya en boxeadores. Con una técnica de tinción en el tejido cerebral, Omalu identificó una acumulación excesiva de proteína tau en el cerebro del jugador, que afectaban su estado de ánimo, emociones y otras funciones; similar a las acumulaciones de la proteína beta-amiloide que generan la enfermedad de Alzheimer (3).

En el artículo científico, publicado en julio 2005 en la revista Neurocirugía (Neurosurgery), titulado «Encefalopatía crónica traumática en un jugador de la liga nacional de fútbol», el Dr. Omalu y sus coinvestigadores mencionan que la encefalopatía traumática crónica era evidente, con muchas placas amiloides difusas, así como ovillos neurofibrilares escasos e hilos neuríticos t-positivos en áreas neocorticales en el cerebro del jugador (4). Concluye que en este caso resaltan los posibles resultados neurodegenerativos a largo plazo en jugadores retirados de la Liga Nacional de Fútbol Americano sometidos a lesiones cerebrales traumáticas leves repetidas. La prevalencia y los mecanismos etiológicos de estos posibles resultados adversos a largo plazo y su relación con la duración de los años de juego al fútbol no se han estudiado lo suficiente. Recomendamos enfoques clínicos y forenses integrales para comprender y dilucidar este peligro emergente en este deporte (4).

Los investigadores destacaron que, después de una extensa búsqueda en la literatura médica, no encontraron ningún estudio sobre los hallazgos neuropatológicos de la neurodegeneración tardía en futbolistas profesionales retirados. Al final, enfatizan que su publicación constituye un caso centinela epidemiológico forense que llama la atención sobre una enfermedad, quizás más prevalente pero no reconocida, debido a la rareza de las autopsias dirigidas al sistema nervioso central en la cohorte de jugadores retirados de la liga nacional de fútbol americano (NFL) (4).

Esta publicación remeció los cimientos de la NFL, que en su inicio negó esta asociación entre conmociones y ETC. Aparecieron nuevos casos: Terry Long, quien se suicidó a los 45 años bebiendo anticongelante, las pruebas volvieron a confirmar ECT. Después Andre Waters, al que la NFL llevaba años negando una pensión de invalidez, se suicidó a los 44 años, y la ETC también fue descubierta en su cerebro. Luego Justin Strzelczyk fue el cuarto, exjugador de 36 años empezó a oír voces, se estrelló en una gasolinera, hasta que su camioneta acabó contra un depósito de ácido con una gran explosión, también fue descubierto que tenía ECT. En 2008 la universidad de Boston se unió a la búsqueda, y creó el primer banco de cerebros dedicado a buscar la ECT en veteranos de la NFL. En 2011, Dave Duerson de 50 años se suicidó disparándose en el pecho en vez de en la cabeza, el motivo de elegir como morir lo explicó en su nota de suicidio «Estudien mi cerebro». En 2012, Junio Seau de 43 años se suicidó de la misma forma. Dos jugadores que decidieron suicidarse de una forma más dolorosa para preservar sus cerebros intactos y que pudieran ser investigados (5).

En julio de 2017, un artículo publicado en la prestigiosa revista JAMA, titulado «Evaluación clinicopatológica de la encefalopatía traumática crónica en jugadores de fútbol americano», realizado en 202 jugadores de fútbol americano fallecidos de un programa de donación de cerebros, diagnosticó ECT neuropatológicamente en 177 jugadores (87%), incluidos 110 de 111 exjugadores de la Liga Nacional de Fútbol (99%). Concluye que la ETC puede estar relacionada con una participación previa en el fútbol (6).

Mi gran amigo Carlos me comenta: «Personas que quizás desconocían el método científico, colaboran ofreciendo sus vidas, lo más valioso que tenían y que dejó de ser digna por las lesiones ocasionadas ¿Puede entonces el derecho a la dignidad ser mayor que el derecho a la vida? Reflexiones…

Conclusión, observar, plantearse una pregunta, tener una hipótesis, responderla; puede conducir a generar nuevo conocimiento que permita descubrir la punta de un iceberg. El método científico funciona y puede hacer ver lo oculto. Debemos estar atentos, algo está ahí, dispuesto a ser descubierto. Medicina con ciencia y evidencia.

Enlaces de interés

1. https://dle.rae.es/ciencia?m=form

2. https://es.khanacademy.org/science/biology/intro-to-biology/science-of-biology/a/the-science-of-biology

3. https://es.wikipedia.org/wiki/Bennet_Omalu

4.https://journals.lww.com/neurosurgery/Abstract/2005/07000/Chronic_Traumatic_Encephalopathy_in_a_National.21.aspx

5. https://lasillarota.com/deportes/futbol-americano/2022

6. https://jamanetwork.com/journals/jama/fullarticle/2645104#166463745

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