| Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda
Historiador, director del Museo Electoral y de la Democracia
de la Dirección Nacional de Educación y Formación Cívica
Ciudadana del Jurado Nacional de Elecciones
Es ampliamente conocido que, después de la independencia, la consolidación de la República generó un largo proceso de disputas por el mando; se inició el militarismo asociado a los caudillos, que ha dado espacio a muchas páginas de la historia nacional por enfrentamientos entre ellos, tomando cada uno como bandera a la patria. Uno de ellos fue Felipe Santiago Salaverry.
Salaverry, nació en Lima el 3 de mayo de 1806 y murió fusilado en Arequipa, el 18 de febrero de 1836. Hijo de Felipe Santiago Salaverry y Allende, y de Micaela del Solar y Duque de Estrada. Casó con doña Juana Pérez Infantas. Hijo suyo también fue el poeta Carlos Augusto Salaverry Ramírez, que vio la luz primera en el Valle del Chira, en jurisdicción de la provincia de Sullana.
Estudió en el Real Convictorio de San Carlos, centro de difusión de las ideas libertarias. A fines de 1820 se presentó ante el general San Martín, que había instalado su cuartel general en Huaura, iniciando su carrera militar en el Batallón Numancia, que ya integraba el ejército patriota.
Estuvo en la sierra central en la segunda campaña que emprendió el general Antonio Álvarez de Arenales, y su segundo escenario fue el sitio del Callao, contra los realistas en 1822, tras lo cual fue ascendido a subteniente. Después que San Martín dejó el Perú, estuvo en la Primera Expedición a Puertos Intermedios en el batallón Nº 1 de la Legión Peruana, con el grado de teniente segundo, peleando en las batallas de Torata y Moquegua, de enero de1823. Asimismo, se encontró en las batallas de Junín y Ayacucho.
En 1825 se encontraba en Lima y fue ascendiendo hasta llegar a teniente coronel en 1828, y al año siguiente fue nombrado ayudante de campo del presidente José de La Mar, y con él estuvo en la guerra contra la Gran Colombia, peleando en las acciones de Saraguro del13 de febrero de 1829, y en Portete de Tarqui, el 27 de febrero de ese año.
Se encontraba destacado en el cuartel general de Piura, cuando Gamarra derrocó al presidente La Mar, Salaverry fue hecho prisionero y deportado a la frontera con Ecuador, pronto retornó a Piura y continuó a Lima, desanimado de la política peruana, pero finalmente aceptó la Comandancia Militar de Tacna, que en 1831 le confiara el presidente Agustín Gamarra.
Ejerciendo este cargo, pensó en retirarse del ejército para dedicarse a la agricultura; sin embargo, sus buenos propósitos fueron malentendidos y terminó siendo acusado de traición y confinado en el poblado de Huallaga, cerca al río Marañón, desde donde -con un pequeño grupo de adversarios de Gamarra- marchó sobre Chachapoyas, en abierto desconocimiento al gobierno, lo que le llevó a prisión en Cajamarca, hasta el 26 de octubre de 1833, en que -tras emitir un pronunciamiento- marchó sobre Trujillo, siendo derrotado en el encuentro de Garita de Moche. Se refugió en la hacienda Suipirá, en jurisdicción piurana; tras su captura, fue deportado a Guayaquil, sin llegar a su destino porque sus custodios lo dejaron en Lambayeque, dirigiéndose a Trujillo en febrero de 1834.
En coordinación con el presidente Luis José de Orbegoso, asumió el cargo de comandante general del departamento de La Libertad y fue a combatir a los enemigos del gobernante, en Junín; ascendió a coronel, y peleó en la batalla de Huaylacucho del 17 de abril de 1834, y una semana después en el recordado episodio del “abrazo de Maquinhuayo”, con lo que terminó la guerra civil, ascendiendo a General de Brigada.
Orbegoso lo nombró Inspector General de las milicias de la República, para evitar cualquier tipo de sublevación, pero al año siguiente se rebeló contra el primer mandatario y capturó el poder que mantuvo por un año, pues murió fusilado tras el enfrentamiento que sostuvo en Arequipa, en el Puente Uchumayo, el 4 de febrero de 1836, del que salió victorioso, no así el 7 de febrero, donde fue derrotado en la batalla de Socabaya. Sometido a un proceso sumario, se le condenó a muerte y fue fusilado en la Plaza de Armas de Arequipa, junto a sus principales oficiales.