| Daniel Bravo Dextre
Con el tradicional pago a la Tierra se desarrolló con éxito el IV Festival Infantil del Huarango de Corazoncitos de María 2023, organizado por la Institución Educación N° 16 de la urbanozación Santa María, Ica, dirigida por la licenciada Ana María Carrasco Bendezú.
En el desarrollo de la programación llevada a cabo desde las 10:00 de la mañana de ayer en el plantel ecológico, participaron activamente los niños y niñas de tres, cuatro y cinco años, con la guía de sus maestras, ya sea bailando, recitando y dibujando con temática alusiva al huarango, árbol milenario de nuestra región que nos da sombra, alimento para el ganado, madera y una especie de miel (huaranguina) que es muy nutritiva para el ser humano; pero, lo más importante, purifica el ambiente y nos prodiga un microclima acogedor que en el verano atenúa los potentes rayos solares que es característico de esta región.
Participaron en la ceremonia el representante del alcalde de Ica, Carlos Reyes Roque, el abogado Wilfredo Aquije Uchuya; el gerente municipal de Desarrolló Social, la representante de la Gerencia regional de Recursos Naturales, el director de la UGEL Ica, entre otros.

La idea de revalorar el huarango y convertirlo en fiel amigo del hombre, surgió hace 12 años, cuando las maestras de dicha institución educativa observaban cómo este árbol milenario, que acompaña a los iqueños desde la época prehispánica, iba creciendo alrededor de las dunas de Santa María, formando una barrera ecológica que evita que la arenilla del gran apu de la zona sepulte las viviendas del vecindario.
Conscientes de la importancia de preservar y multiplicar esta planta prodigiosa y nativa del valle, lo primero que hicieron las maestras fue plantar huarangos dentro de la escuela, que hoy lucen vigorosos, dando sombra y aire puro a todos los integrantes de esa comunidad educativa.
Inicios
Como si fuera poco, hace cuatro años la directora Ana María Carrasco y su plana docente tuvieron la genial idea de organizar el Festival Infantil del Huarango, que cada año se reinventa, con la finalidad de que los niños, sus maestras, padres de familia, conservacionistas, autoridades educativas y medios de comunicación se familiaricen con la planta nativa y contribuyan en su preservación.
Los primeros dos años del festival fue inculcar en los niños la siembra y utilizar la tinta del huarango en sus dibujos alusivos muy creativos. El tercer año hubo música y dramatización. En este cuarto año también estuvo presente la danza y la poesía; pero, lo más resaltante es que se hizo una alegoría didáctica sobre nuestro íntimo vínculo inseparable con la madre naturaleza, ritualizando el ancestral pago a la tierra o Pachamama.
Ritual
El pago se hizo arrojando con solemnidad dentro de un pequeño pozo gran parte de los elementos que produce Ica, como el vino, pisco, menestras, pecanas y flores, así como la infaltable coca de los andes, caramelos para endulzar la vida, música para alegrar los sentidos y agua para que la tierra produzca.
Actuó como madrina pagadora de la tierra la brillante educadora cesante Irma Valencia Centeno de Campos, quien es originaria del caserío de Pongo Grande, Pueblo Nuevo, primitivo asiento de la cultura Ica, en cuyos restos se construyó la primera ciudad de Ica colonial o Villa de Valverde.

Hace más de 70 años, la maestra Irma Valencia creció entre el cultivo del pallar, algodón, maíz, mangos y parrales. Sólo le faltó vestirse con los atuendos que lucían desde la época preinca las hijas y doncellas de los curacas que gobernaron Ica hace más de mil años.
Así lo hicieron hace tres días en Palpa las palpeñas en el culto al fuego durante la Primera Asamblea Internacional del Parlamento de Mujeres Indígenas y Pueblos Originarios de la Madre Tierra. Todas, incluyendo las extranjeras, vestían a la usanza precolombina, con melodías y cánticos de aquella época que el tiempo nos arrebató y que hoy se intenta rescatar para que el hombre retorne a su esencia y orígenes cuando estaba fusionado con Pachamama y los apus sagrados.
El conservacionista Félix Quinteros también pretende rescatar el legado cultural de Cachiche y Comatrana, revelando el misterio de las aguas medicinales de las antiguas lagunas iqueñas que desaparecieron hace 60 años.