Pacheta y Zerene

Por: Luis Gonzales Posada

Personaje inolvidable Marco Antonio Luna Victoria (Pacheta).

Vital, de admirable sensibilidad, alegre, creativo, buen amigo, insuperable contador de chistes, católico fervoroso y devoto de nuestro Señor de Luren.

Lo evoco al lado de Jorge Zerene, quien falleció el año antepasado, armando los pequeños módulos de madera obsequiados por la embajada alemana para los damnificados por los desbordes de las aguas del río Ica del año 1998, que arrasaron con devastadora furia la ciudad y el campo. Centenares de familias pobres quedaron a la intemperie, viviendo en parques o en improvisadas carpas de piso de tierra, paredes y techos de esteras, latones y sacos de yute.

Incansables, Pacheta y Zerene organizaron brigadas de voluntarios que trabajaban día y noche, en el abrasador sol de la mañana y el penetrante frío nocturno.

Nada los detenía en esa febril jornada humanitaria.

Recuerdo que un par de veces llamaron a Lima, a las cinco de la madrugada, para que enviara de urgencia clavos y placas de tripley.

Sus órdenes se cumplieron sin dudas ni murmuración.

Días después, en una camioneta de Javier Gómez, el Zurdo, entregaban cajas de atún obsequiadas por un amigo pesquero y también polos y alimentos conseguidos por mi esposa Marilú.

¿Cómo olvidar ese trabajo generoso en auxilio de personas que se encontraban en el desamparo y la miseria?; trabajo muy superior, inmensamente superior al que hicieron autoridades y muchos poderosos empresarios y comerciantes iqueños.

Nunca es tarde para el reconocimiento y, en ese sentido, seria de nobleza cívica que el Gobierno Regional de Ica les otorgue una condecoración póstuma.

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