El agro necesita soluciones de largo plazo para enfrentar futuros FEN

| Por: Paulo Quequezana

Analista de estudios económicos de ComexPerú

El Fenómeno del Niño (FEN) está a la vuelta de la esquina, y sus consecuencias en el sector agrícola ya empezaron a manifestarse. Por ejemplo, según el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri), el valor de la producción agrícola en agosto y setiembre ha caído un 10.2% y un 13.9%, respectivamente, en relación con los mismos meses de 2022. La situación apunta a empeorar, ya que la siembra de hectáreas de la actual campaña en dichos meses también está siendo menor a lo alcanzado en 2022, mientras que los riesgos de lluvias intensas y de déficit hídrico han aumentado. A lo cual debemos sumar una inflación de alimentos, en especial de productos agrícolas como frutas, hortalizas, legumbres y tubérculos, que sigue muy elevada en comparación del resto de productos.

En Ica, la siembra de hectáreas de la campaña 2023-2024 se ha reducido en todas las provincias, con excepción de Pisco, en el periodo agosto-setiembre; y, de 36 distritos, 22 han registrado reducciones de más de un 5%, resultado muy preocupante pues estos representan el 61.1% de la superficie total sembrada. En adición, según el Centro Nacional de Estimación, Prevención y Reducción del Riesgo de Desastres, el 58% de las hectáreas agrícolas de Ica está expuesto a un riesgo elevado frente a déficit hídrico. Mientras que, a nivel de producción, los dos productos que generan mayor valor, los espárragos y los arándanos, han registrado en estos dos meses una caída frente a su producción correspondiente de 2022 de 10.6% y 2.3%, respectivamente.

Para rematar, a estas alturas es muy difícil pensar que el Gobierno tenga un margen para realizar acciones preventivas frente al FEN, por lo que lo más probable es que se repita la situación de comienzos de año: los eventos climáticos ocurren y luego se trata de arreglar las cosas en cuanto sea posible. Esto también es un factor detrás de la menor actividad del sector: los agricultores ya han asimilado sus pérdidas, por lo que están incentivados a sembrar, invertir y producir menos.

¿Por dónde pasa la solución? Hay que recordar que eventos de este tipo son repetitivos en nuestro país, por lo que medidas verdaderamente realistas deberían tomar en cuenta cambios que permitan al sector desenvolverse con normalidad en cualquiera de estos escenarios. En otras palabras, lo que se necesita son políticas de largo plazo que potencien nuestra agricultura a niveles tales que, vengan los FEN que vengan, los golpes experimentados sean mínimos.

¿Qué se debería priorizar? Por un lado, es esencial ampliar la frontera agrícola a través de grandes proyectos de riego, proyectos que involucren miles de hectáreas nuevas de cultivo y con acceso a riego tecnificado. De igual forma, la inversión en capital hidráulico debe pasar a una primera línea si se busca aumentar el acceso sostenible a este recurso, algo que será necesario frente a una mayor producción sostenida en el tiempo. Finalmente, es clave mejorar la conectividad entre los puntos de producción y los puntos de venta final, pero no solo a través de las grandes carreteras del país, sino a nivel de todo el aparato logístico de transporte, desde los caminos rurales hasta los puertos y aeropuertos.

Las tareas planteadas son difíciles, pero son exactamente estas las que más se deben exigir a las autoridades para llevar al mínimo los estragos que los desastres naturales generen. Si este enfoque no existe, la historia se repetirá constantemente.

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