El tercer viaje de Francisco Pizarro hacia la conquista del Perú lo trajo hasta el país de los incas, desembarcando en Tumbes en mayo de 1532. Desde entonces no solo existen evidencias del sometimiento en conquista que se hizo al Tahuantinsuyo, sino también de las reacciones en rechazo a la dominación española.
Todo sucedía después de la firma de la Capitulación de Toledo, entre Carlos I de España y Francisco Pizarro, quedando clara su autorización para la fundación de ciudades y su edificación en los sitios más apropiados. Historiadores, como el iqueño José Toribio Polo, no han dejado de tratar en sus escritos el momento de la conquista hispana. Polo escribió mucho sobre historia del Perú, publicando artículos y libros que hemos consultado más de una vez.
La primera ciudad hispánica del Pacífico Sur es San Miguel de Piura, fundada inicialmente como San Miguel en predios del cacique Tangarará; por eso, para diferenciar su lugar originario del de sus otros emplazamientos, se prefiere señalar a este lugar como San Miguel de Tangarará cada vez que se hacen estudios del siglo XVI sobre la primogénita de las ciudades hispanas del Perú, que ahora se encuentra en el Chilcal.
Francisco Pizarro
El conquistador del Perú es una figura principal desde 1532, año que ingresó -en su tercer viaje- para quedarse hasta su trágica muerte, unos años después. Sobre los primeros meses de Pizarro en el Perú, en territorio tumbesino y piurano, hay una infinidad de fuentes primarias que nos acercan a las fechas y a los sucesos, y que fueron escritas a medida que ocurrían, permitiendo a los historiadores recrear el pasado con la seriedad que esto requiere.
Las fuentes secundarias contribuyen a reforzar los sucesos, pero tratándose de fuentes primarias la verdad se toma a partir de aquellas que los cronistas y otros funcionarios de la corona española, así como las de correspondencia particular, que daban cuenta de los sucesos; y en esta clase de fuentes se han basado historiadores de renombre, como José Antonio del Busto Duthurburu, Juan José Vega, Miguel Maticorena Estrada, Reynaldo Moya Espinoza, Yanina Correa, José Toribio Polo, Waldemar Espinoza Soriano, entre otros, al tratar sobre la presencia de Pizarro en suelo peruano.
Pizarro salió de Tumbes el 16 de mayo, siguiendo el camino de La Solana, valle al que el Inca Garcilaso de la Vega menciona como Sullana, y llegó a Poechos, maravillándose de lo que observó a su paso. En Poechos se enteró que algunos caciques serranos no estaban conformes con la presencia de los hispanos, entre ellos Icotu y Cango, deteniéndose lo necesario para enviar a soldados españoles a someterles a su autoridad.

Pizarro había partido de Tumbes con más de 200 hombres, llegó a Silán el domingo 19 de mayo, quedándose tres días, reanudando la marcha el jueves 23, de acuerdo a la minuciosa cronología de José Antonio del Busto, llegando a Jaguay Negro, el 24 de ese mes. El sábado 25 de mayo se avistó el río Chira y llegaron a Poechos, en la margen derecha de ese caudaloso río, tomándose minuciosa cuenta de sus características culturales, de su organización y de su modo de vida de la gente.
Paita en la ruta de los conquistadores
Pizarro se aposentó en Poechos y en ese lugar dispuso tres medidas: Buscar un puerto que permitiera la apertura a una ruta naval, explorar las tierras cercanas y tomar minuciosa cuenta de la forma de vida de los pueblos ribereños del Chira. El puerto, como lo señala del Busto, hallado por Fray Vicente Valverde, fue Paita. Valverde estuvo encargado de realizar tareas de reconocimiento y en Paita estaba el mejor puerto de la zona, de acuerdo al cronista Zárate.
Del recorrido por el Chira hasta su desembocadura, en las actuales provincias de Sullana y Paita, se encargó Hernando de Soto, quien llevó a los caciques de la jurisdicción paiteña y sullanera hasta Poechos, donde se había quedado Pizarro, y juraron fidelidad a la corona española. De acuerdo a del Busto, siguiendo la crónica de Lizárraga, Pizarro “ordena la exploración del país, buscando de modo especial un buen puerto. Francisco Pizarro conocía la existencia del puerto de Paita, pero ignoraba su exacta ubicación desde tierra y con relación al país tallán”.
Poco después, en la actual villa de La Huaca, Paita, ocurrió el levantamiento de los indios. Enterado Pizarro, marchó hasta ese lugar entrando recién a territorio paiteño en junio de 1532, salvando a los españoles de perecer en manos de los naturales; Del Busto señala que los españoles estaban en otra huaca, en la margen derecha del Chira, y que en realidad fueron dos conjuras, una en Amotape y otra en La Huaca. Para Alejandro Miró Quesada, en relación con este suceso, la presencia de Pizarro en territorio paiteño fue después del 20 de junio de 1532
Por su parte, Atahualpa, que se encontraba en Huamachuco, recibió noticias de los enviados por los curacas del río Chira, haciéndole saber de la llegada de los “huiracochas”, a quienes habían avistado en un navío que pasó por Paita en el segundo viaje de Pizarro. No se hizo en este viaje ninguna apreciación sobre la bahía de Paita, sobre el pueblo, ni sobre Colán, pero es evidente que arribaron a Paita porque Cieza de León lo menciona posteriormente como el puerto de Tangarará y/o puerto de San Miguel, para referirse, indudablemente, al puerto de Paita; de igual manera se mencionará después al Callao como el puerto de Lima y a Huanchaco como el puerto de Trujillo.
Pizarro volvió a Poechos con la gente que rescató en el Chira, y ordenó un segundo recorrido por el valle en busca del lugar más aparente para fundar una ciudad y, tras los informes recibidos, se procedió a la fundación de San Miguel, el 15 de agosto de 1532.
