LA VOZ DE LOS BICENTENARIOS

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| Mg. Juan Carlos Romaní Chacón

Presidente del Comité Patriótico Bicentenario

de la Independencia del Perú – Provincia de Ica

25 de febrero del 2024:

454 años de la llegada a Ica del Señor Crucificado de Luren y 246 años del Libertador San Martín

Artículo de investigación, dedicado con mucha fe y devoción al Señor de Luren de Ica, elevando nuestras plegarias para que nuestro Cristo Moreno, interceda ante el Todopoderoso y termine con la pandemia del covid-19 y nos ayude a erradicar la delincuencia común, el crimen organizado y la corrupción.

“Estando en Lima, el sacerdote Francisco de Madrigal, que venía de la Parroquia de Santiago de Hurin, alertado del suceso por los comentarios, acordó con los marineros la compra del cajón, firmando el acta el 25 de enero de 1570. Este inició la travesía de retorno a Ica, llegando el 25 de febrero del mismo año, donde cautivó de inmediato a toda la parcialidad; su estado de conservación era intacto y a partir de este hecho se convirtió en el centro, en torno del cual, creciendo y extendiéndose por una región cada vez mayor, se constituyó en devoción máxima”.

Uno de nuestros grandes retos es reconstruir el hecho histórico de la solemne Proclamación y Jura de la Independencia del pueblo de Ica, en la plaza de armas de la Ciudad del Sol Eterno, aquel 21 de octubre de 1820, con el alcalde Juan José Salas y con el coronel mayor Juan Antonio Álvarez de Arenales, jefe de la Expedición de la Sierra; coincidentemente, en la misma fecha en que la gran mayoría de veces -durante los últimos 204 años- se realiza la imponente procesión del Señor de Luren de Ica, en el tercer lunes del mes de octubre. Tratamos de enlazar el trascendental acontecimiento histórico de la llegada del Señor Crucificado de Luren a la ciudad de Ica con la  Primera Solemne Proclamación y Jura de la Independencia del Perú, por el pueblo de Ica (21 de octubre de 1820); cuyo denominador común, es la fe y devoción indestructible al Cristo Moreno, que ha permitido sobrevivir a nuestros antepasados y a las nuevas generaciones de iqueños, y levantarnos con más fuerza, después de afrontar terremotos, inundaciones, las guerras de Independencia y del Pacífico, epidemias y pandemias…y, actualmente, en el mes de febrero del 2024, levantarnos, unirnos, organizarnos…contra la inseguridad ciudadana.   

El Libertador San Martín, fiel devoto del Señor de Luren de Ica

Y, por una feliz coincidencia, el mismo día también conmemoramos los 246 años del nacimiento del general argentino don José de San Martín, Libertador del Perú (25 de febrero de 1778, Yapeyú, Argentina); el bravo militar extranjero que dejó su patria y a su familia por luchar por la libertad e independencia de Chile y Perú; y que, al final de sus campañas, lejos de recibir la gratitud de su patria, sufrió el escarnio y el exilio de sus propios compatriotas. San Martín, quien fuera el creador y formador del legendario Regimiento de Granaderos a Caballo de los Andes, de Argentina, y creador del legendario Escuadrón de Caballería “Auxiliares Patriotas de Ica” y del Regimiento de Granadores a caballo del Perú… a quien los peruanos, los iqueños, rendimos homenaje, con pandemia o sin pandemia, hasta el último de nuestros días; en este mundo cruel, un mundo de corrupción, de envidia, de egoísmo, de codicia, de ambición, de maldad….y que tenemos que enfrentar con los sólidos valores y principios de disciplina, coraje, responsabilidad, resistencia, libertad e independencia, el legado del Libertador San Martín.  

Imaginamos al flamante Escuadrón de Caballería “Auxiliares Patriotas de Ica”, la primera unidad histórica creada por el General San Martín, base del Ejército del Perú Independiente, formado para la ceremonia castrense respectiva en la plaza de armas de Ica. Un escuadrón integrado por 96 jinetes negros, negros libres y patriotas, que fugaron de las haciendas de Chincha, Pisco, Ica, Palpa y Nasca, expertos jinetes del poderoso caballo peruano de paso; que se enrolaron en el Ejército Libertador y preparados personalmente por el Libertador San Martín; escuadrón afroperuano que recibió sus primeras misiones bajo las órdenes del fraile dominico y soldado, el legendario capitán argentino Félix Aldao… y, en aquél contexto de operaciones militares y de inteligencia, el Libertador conocía perfectamente que en octubre de aquel inolvidable año de 1820 se realizaría la festividad religiosa del Señor de Luren de Ica; y, en el día central, en el día de la tradicional y multitudinaria procesión, el tercer lunes de octubre, a lo largo de cuatro siglos, un día más, un día menos, según el calendario del año y diversas circunstancias, los miles de fieles devotos locales, nacionales y extranjeros, obviamente, se concentran en la veneración del Cristo Moreno… con guerras o sin guerras de independencia.

Esta especial situación, durante los últimos doscientos cuatro años, desde el inicio de la Guerra de la Independencia del Perú, en setiembre y octubre del año 1820, ha desplazado la importancia y trascendencia histórica de la fecha del 21 de octubre de dicho año, el acto del Cabildo Abierto y Proclamación de la Independencia de Ica, en la plaza de armas. La abrumadora y fuerte devoción al Señor de Luren, durante más de cuatrocientos años, cuyo día central también es el 21 de octubre, en la mayoría de veces; dejan en un segundo plano cualquier ceremonia cívico militar de conmemoración del acontecimiento histórico de la Solemne Proclamación de la Independencia del pueblo iqueño. Por esa razón, tratamos de reconstruir un período de nuestra historia regional y nacional, comprendido entre los años 1800 a 1820, lleno de dramáticos sucesos, como terremotos, inundaciones, sublevaciones de indios, mestizos, negros esclavos, en el Virreynato del Perú; y la llegada a costas peruanas, específicamente a la bahía de Paracas, en la hermana provincia de Pisco, del Ejército Libertador del General don José de San Martín, en vísperas de las festividades en honor al Señor de Luren de Ica. Sobre este panorama y este periodo de tiempo se ha investigado poco, sobre la fe, la devoción, las tradiciones y costumbres de los pueblos de Chincha, Pisco, Ica, Palpa y Nasca, en torno a sus manifestaciones religiosas; en torno a sus creencias y, en especial, la fe y devoción que profesaban los ejércitos en guerra, el Ejército Real del Perú (ejército realista) y el Ejército Unido Libertador del Perú (ejército independiente, patriota, insurgente). Investigamos sobre la fe y devoción de los oficiales y soldados argentinos, chilenos, peruanos, incluso la devoción de los oficiales y soldados españoles.

La devoción de los soldados del Libertador San Martín

En 17 años de armas en España, África, Francia y Portugal ganó los galones de capitán, y de vuelta a la península hizo la campaña de Bailén, bajo el General Castaños. En Albufera mereció ser nombrado Comandante del Regimiento de Sagunto (15 de mayo 1811). La guerra de la independencia grasaba ya en Buenos Aires desde 1810, cuando San Martín se embarcó para Londres, buscando una nave que le condujera a su patria. El 9 de marzo llegó a Buenos Aires en la fragata inglesa Jorge Canning; contaba 34 años. A los cuatro días se le dio de alta en el ejército y en el acto se hizo sentir su influencia en la disciplina y en la buena organización. Sus soldados eran tan valientes como piadosos, templados en el temor a Dios. Después de la tercera lista rezaban el rosario. Los domingos, vestidos de gran parada, oían misa, y se les predicaba sobre el heroísmo, la subordinación, el amor a la carrera, el patriotismo y otros temas escogidos por él. Estimaba mucho a los oficiales pundonorosos y creía que le ofendían, personalmente, los insubordinados; apreciación errónea que le condujo a estimar como atentados graves contra su autoridad simples delitos políticos. Se puede decir que él señaló el verdadero rumbo de la emancipación, haciendo que los movimientos de todos los cabecillas convergieran a un solo punto. Con celo infatigable se dedicó a organizar un escuadrón de caballería, que sirvió de modelo a todos los demás, y que muy pronto hizo sentir su empuje a los españoles en la refriega de San Lorenzo, en la que San Martín, al cargar, cayó debajo de su caballo y tuvo que batirse como un desesperado para escapar con la vida.

Tal fue el famoso Regimiento de Granaderos a caballo, dice Mitre, que concurrió a todas las grandes batallas de la independencia, dio a la América 19 generales, más de 200 jefes y oficiales en el transcurso de la revolución, y que después de derramar su sangre y sembrar sus huesos desde el Plata hasta el Pichincha, regresó en esqueleto a sus hogares, trayendo su viejo estandarte bajo el mando de uno de sus últimos soldados, ascendido a Coronel en el espacio de trece años de campaña.

Este afortunado jefe fue un lanchero paraguayo llamado José Félix Bogado, que se dio de alta al siguiente día de la jornada de San Lorenzo y que, a su regreso de Buenos Aires, no había con él sino siete fundadores en el Regimiento.

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