Cajón de sastre

| Jueces con sesgos machistas

Segundo Florencio Jara Peña

Creo que fue García Márquez quien dijo que lo único mejor que la música era hablar de música; o que lo único mejor que hablar de literatura era hacerla bien.

Pues bien, lo único mejor que el Derecho es hablar de Derecho. Entonces, hablemos de Derecho.

En mis vacaciones trato, en la medida de lo posible, de visitar el Cusco, donde me formé y pasé gran parte de mi vida. Cuando estoy allá la nostalgia me lleva a deambular, al garete, por sus particulares calles, mezcla de dos culturas: la Inca y la Hispánica. Resulta también inevitable no citarme con un entrañable amigo, antiguo compañero universitario y ahora magistrado. Solíamos hacerlo antes en un cafecito llamado “Café Extra”, por la calle Espaderos, cuando la vida era más simple y uno podía pasar horas de horas hablando naderías alrededor de una taza de café de 20 centavos. Ahora ya no existe, por lo que optamos por El Ayllu, un café que está ubicado en la calle Almagro, por el centro de la ciudad.

Era febrero y llovía torrencialmente. Mientras tomábamos café con leche y pan con nata, recordamos viejos tiempos, poniéndonos al día desde la última vez que nos vimos. El rumor de las gotas de lluvia mezclándose con el tintineo de las tazas y el aroma del café añadían un toque cálido y acogedor. Siempre es lo mismo, hablamos de la gente que habíamos conocido, de los casos judiciales, de los dilemas a los que nos habíamos enfrentado y de las lecciones aprendidas en el camino. Y así llegamos a tratar sobre el sesgo en los magistrados.

El sistema judicial de Perú, como el de muchos otros países, se basa en el principio constitucional de la imparcialidad. Sin embargo, en la práctica, las decisiones de los jueces a menudo distan mucho de este ideal. La subjetividad que los jueces aportan a sus decisiones significa que pueden estar sujetos a diferentes sesgos, siendo uno de ellos el sesgo de género. (Sobre el sesgo se podrían escribir tomos y tomos enteros. Existe el sesgo político, de raza, de convicciones religiosas, el sesgo por presión mediática, entre otros. El sesgo no solo se manifiesta en los magistrados, sino también en las autoridades administrativas que deciden sobre los administrados).

El sesgo de género es la creencia en la superioridad de un género sobre otro o la creencia de que el otro género tiene conductas estereotipadas las cuales no pueden ser rebasadas. Este sesgo puede llevar a los jueces a tomar decisiones basadas en nociones preconcebidas de los roles de género, lo que pueden perpetuar los estereotipos y dar lugar a mayores injusticias.

En el contexto de la violencia contra las mujeres, el sesgo de género puede tener graves consecuencias. Los jueces que mantienen tales prejuicios consideran que los delitos cometidos contra las mujeres no son tales, sino comportamientos estereotipados (como que la cónyuge, concubina o enamorada no puede ser víctima de violación sexual “porque tiene el deber de satisfacer a su pareja”) o restarles importancia (como justificar una violación sexual porque la mujer accedió a beber o bailaba sensualmente en la discoteca o se llegaron a dar besos o vestía prendas sensuales). Estas creencias machistas no tienen ningún fundamento y sólo sirven para perpetuar estereotipos perjudiciales sobre las mujeres y su comportamiento, lo que genera que los autores de dichos delitos eludan las sanciones y esto exacerba a la comunidad.

En los últimos años, el movimiento Me Too (Yo también) ha sacado a flote las cuestiones de las agresiones, el acoso sexual y la cultura de la violación, como caca que flota en el albañal, dando lugar a un debate más amplio sobre cómo se pueden abordar estos problemas profundamente arraigados. El sistema judicial peruano, como el de muchos otros países, ha tenido que reformarse y adaptarse a las necesidades cambiantes de la sociedad. Tanto la Ley Micaela, de Argentina como las Reglas de Brasilia han sido fundamentales para dar forma a los argumentos a favor de adoptar un enfoque sensible al género en el tratamiento de quienes denuncian este tipo de delitos. A pesar del marco jurídico progresista sigue habiendo casos de jueces que toman decisiones basadas en comportamientos sesgados y estereotipados.

Esta reticencia al cambio no sólo se refleja en el sistema judicial, sino que también prevalece en la sociedad en general. La gente suele resistirse a la idea de renunciar a creencias y estereotipos largamente practicados, lo que puede dar lugar a actitudes discriminatorias dentro de las propias familias y la comunidad (“si mi hijo tiene varias novias es un machote, pero si mí hija tiene varios novios es una puta”).

La noche difuminó las cosas y la lluvia había aumentado en intensidad, desde la cafetería se podían ver enormes goterones iluminados por el haz de luz de los postes. Hace unos días –me confesó mi amigo- me pasó algo curioso. Estaba sentado justo acá, cuando sentí que una mujer, acompañada de un niño, me miraba fijamente. Yo no vi un rostro conocido y continué tomando mi café.  Al cabo de unos minutos la desconocida se acercó y se sentó frente a mí, exactamente ahí –y me señaló-. Me preguntó si la recordaba. Le dije que no. Ella rememoró un tiempo atrás y caí en la cuenta. Creo que también la conoces –me dijo-, su papá fue un alcalde algo extravagante. Bueno –continuó su relato-, lo cierto es que una madrugada, luego de embriagarnos en el Kamikaze, nos fuimos a mi cuarto, al que tenía en Choquechaca, ¿recuerdas? –me preguntó-. Luego de besarnos salvajemente nos desnudamos y nos metimos en la cama. Pero más allá de los besos y abrazos no pasó nada; en un momento de cordura ella me pidió que no continuáramos. Y paramos: no es no. Al día siguiente le acompañé a su casa, por la calle Pavitos. Antes de irse, trajo al niño a la mesa –siguió contando- y me dijo que lo había concebido con amor y no por una locura de momento. Se despidió abrazándome fuerte y sin parar de agradecerme. Esto me sorprendió y conmovió mucho y me dio qué pensar –suspiró concluyendo su historia-.

Cuando me acompañó a tomar el taxi, en medio del chaparrón que nos mojó hasta los huesos, me dijo, a manera de despedida, después de todo…. tan hijo de p… no soy.

Nota Anterior

Allanan oficinas, viviendas y vehículos del congresista por Ica Raúl Doroteo 

Siguiente Nota

Hospital Perú de EsSalud continúa brindando atención médica en Chincha.

Últimas noticas en Columnas

ENFOQUE REGIONAL

Resiste Perú Por: Luz Mery Canales Trillo @LuzCanalesTrilloVicegobernadora regional de Ica Esta semana un policía cayó…