| Daniel Bravo Dextre
El mercado Arenales es una bomba de tiempo y los mil 200 comerciantes que ahí laboran muy poco se preocupan por darle seguridad a sus miles de clientes que los fines de semana atiborran sus instalaciones, a fin de abastecerse de los productos de primera necesidad.
Hace una semana, el subgerente de Gestión de Riesgos y Desastres de la municipalidad provincial de Ica, biólogo Rubén Pariona, reveló una cruda realidad que el mercado Arenales se encontraba entre los centros de abasto que representaban alto riesgo de peligrosidad, por el desorden en que se hallan sus puestos y pasadizos y por el material inflamable en que estaban construidos, incluyendo los protectores solares de material inflamable.
Pariona tuvo mucha razón en lanzar la alerta, ya que ese mercado es una verdadera “bomba de tiempo” porque, en caso se produzca un incendio o se registre un sismo de regular magnitud, mucha gente podría morir no por las llamas sino por la “estampida” de más de dos mil personas, entre clientes y comerciantes que buscarían ponerse a buen recaudo.
Estamos en una zona altamente sísmica y de producirse un movimiento telúrico mayor de seis grados, las consecuencias serían lamentables porque las mujeres, niños y ancianos serían los primeros en perecer a causa de la estampida violenta y salvaje. Ni qué decir en caso ocurriese un incendio de regular magnitud por los puestos de material inflamable existentes.
Los autos, mototaxis, triciclos y carretillas en diversos puntos del mercado forman verdaderos “cuellos de botella”, por falta de un ordenamiento. En situaciones de emergencia la estampida descontrolada arrasaría con todo a su paso, generando muerte y desolación.
Moderna construcción
En el segundo gobierno municipal de Mariano Nacimiento se pensó en todos esos riesgos y el exgerente de Desarrollo Económico, Domidel Díaz Cassela, buscó un financiamiento con los dueños de la lotizadora Los Portales, a fin de construir un moderno mercado de tres niveles y sótano para estacionamiento, con el cual se acabarían todos los problemas.
El gerente programó hasta cuatro reuniones y de los mil 200 comerciantes sólo asistían 150 y 200. Lo peor de todo es que los dirigentes no ejercían liderazgo para obligarlos a participar, y el gran proyecto se truncó.
Los alcaldes que le sucedieron, al igual que Nacimiento, llegaron a la triste conclusión que a la gran mayoría de comerciantes no les interesaba formalizarse, menos ordenarse; pues, permaneciendo como informales, igual como estuvieron hace más de 26 años en la Av. Maúrtua, no tributan al municipio un solo céntimo; es más, no pagan por el recojo de las toneladas de basura que producen diariamente.
Ciertamente, que algo se tiene que hacer para ordenar el mercado o parada Arenales. La solución momentáneamente está en Defensa Civil y en la Fiscalía de Prevención del Delito, cuyos titulares deshojan margaritas para armarse de valor y adoptar medidas drásticas que podría ser el cierre indefinido del mercado de abastos hasta que todas las observaciones sean levantadas.
El alcalde Carlos Reyes aún no abre la boca para evitar un conflicto con los comerciantes, dejando que actúen sus funcionarios que estarían esperando una decisión política para actuar con valor y coraje. Por suerte, la población iqueña ya sabe quiénes serían los responsables en caso ocurriese una desgracia en el mercado Arenales.