| Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda
Historiador, director del Museo Electoral y de la Democracia
de la Dirección Nacional de Educación y Formación Cívica
Ciudadana del Jurado Nacional de Elecciones
Aunque no postuló en las elecciones de 1956, en las que con toda seguridad hubiese ganado como diputada o senadora, su nombre es recordado cuando se trata de la historia de la lucha por la ciudadanía femenina y al habérsele dado su nombre a uno de los colegios más representativos de la Capital de la República.
Quizá no resulte una novedad afirmar que la ciudadanía femenina fue uno de los logros más notables alcanzado por las propias mujeres en el siglo XX en el Perú, de modo que debe quedar atrás ese apresuramiento de creer que fue el presidente Manuel Arturo Odría quien le hizo concesión a la mujer, como si eso hubiese sido una ocurrencia suya.
La mujer siempre estuvo en la lucha por sus derechos y, pese a que se le relegó del escenario político, nada de eso detuvo el ímpetu con el que se movieron y organizaron aquellas a quienes se considera precursoras de esa lucha que en 1955 coronó el esfuerzo de las que confiaron en ese cambio que el mundo necesitaba, de incorporar a la mujer al ejercicio de la ciudadanía, tal como la vivían los hombres desde hacía más de 100 años.
Si bien el concepto de ciudadanía se estampa en la Constitución de Cádiz de1812, que tuvo aplicación en toda Hispanoamérica, y con la que se eligió a los primeros alcaldes en Piura, las mujeres no estuvieron en la consideración para el ejercicio de ese derecho que, de acuerdo a la mentalidad de la época, estaba reservado solo para los varones. Y así se continuó en la república, pese a que desde la segunda mitad del siglo XIX se alzaron voces pidiendo la igualdad de ciudadanía para ellas.
Sin embargo, esa lucha que surgió bajo la inspiración de algunas mentes avanzadas para su época, no tuvo el eco necesario para generar un cambio social inmediato, pues significaba quebrar los parámetros que inspiraban el comportamiento social de los varones en todo el mundo, y la pasividad con la que las mujeres aceptaban esa realidad. María Jesús Alvarado es una de las pioneras en la lucha por un mundo de igualdad en el Perú, alzando su voz para que la de las mujeres se considerara en ciudadanía.
Las precursoras de la lucha
Cada 7 de setiembre se recuerda el día en que legalmente la mujer fue considerada ciudadana en el Perú: ciudadana, no por una concesión desde arriba, sino por la lucha organizada de todas las mujeres del Perú, que desde sus propios espacios buscaban incansablemente eso que les negaba el machismo: igualdad ciudadana.
Llegan a la memoria nombres asociados a esa lucha, desde Flora Tristán, Clorinda Matto de Turner, Mercedes Cabello de Carbonera, Ángela Ramos, María Jesús Alvarado, Adela Montesinos, Dora Mayer de Zulen, Angélica Palma, Elvira García y García, Teresa González de Fanning, Esther Festini de Ramos Ocampo, Magda Portal, y otras tantas asociadas a esas horas de lucha persuasiva y combativa, que las llevó a organizarse y a desarrollar una conciencia de grupalización que las presentó ante los ojos de todos los peruanos como “todas a una”.
El escenario en el que actuaron las precursoras peruanas no solo se sacudía a nivel nacional, en todo el mundo se reflexionaba sobre la negación de espacios a la mujer, y el Perú no fue la excepción. Las peruanas alcanzaron un sitial, desde el que empezaron a despegar y a participar activamente en la política peruana, poco a poco se acercaron al universo de la toma de decisiones y a tener presencia como nunca antes se había visto, más allá de la literatura y el asistencialismo social.
María Jesús Alvarado y las precursoras
María Jesús Alvarado Rivera fue una de las primeras mujeres en el Perú en plantear en una conferencia, la igualdad de derechos civiles y políticos para la mujer, en octubre de 1911, sostenida frente a un público enteramente masculino, en la Sociedad Geográfica de Lima.
Había nacido en Chincha, el 27 de mayo de 1878 en la Hacienda Chacrabajo, y falleció en Lima el 6 de mayo de 1971; es decir, logró ver hecha realidad la ciudadanía femenina por la que tanto luchó. Fue hija de Cayetano Alvarado Arciniega y de Jesús Rivera Martínez.
Como era usual en algunas mujeres de entonces, pese a los estudios escasos, María Jesús Alvarado no los limitó a la oficialidad, ya que fue una autodidacta, nutriéndose de muchos conocimientos que la capacitaron para llevar a cabo la tarea que concibió como un deber, y pudo realizarla en parte a través del periodismo. Dio su primer discurso cuando tenía 15 años y posteriormente obtuvo su diploma de preceptora, que en original se conserva en el Museo del Jurado Nacional de Elecciones.
Su labor por los menos favorecidos
Su labor periodística se manifestó desde 1908 a través de los diarios El Comercio y La Prensa, y desde 1913 integró el Comité Directivo de la Asociación Pro Indígena, desde la que luchó por los oprimidos del país, incluyendo a los obreros que buscaban laborar 8 horas.
En 1914 fundó “Evolución femenina”, asociada a los derechos de la mujer, empezando por la educación, ya que al no votar los iletrados si se daba la ley de reconocimiento de ciudadanía para las mujeres, muchas se privarían de ejercerla por no saber leer y escribir. Asistió al Primer Congreso Panamericano del Niño, en Buenos Aires, llegándolo a presidir.
En 1923, al trabajarse sobre la reforma del Código Civil de 1851, volvió a plantear el reconocimiento de ciudadanía para las mujeres, lográndose en 1936, que las mujeres casadas dejaran de estar bajo la patria potestad del esposo. En 1923 también participó en la fundación de la Liga Nacional de Higiene y Profilaxis. Al año siguiente, por cuestionamientos al gobierno de Augusto B. Leguía fue deportada a Argentina, trabajando en una escuela primaria de Mendoza, cuya biblioteca lleva su nombre después de su fallecimiento.
Siendo gobernante del Perú el piurano Juan Velasco Alvarado, el colegio High School se denominó María Jesús Alvarado, en recuerdo de esta memorable peruana. Las alumnas egresadas de este prestigioso plantel se sienten orgullosas del nombre de la luchadora femenina que da nombre a su institución educativa.