El presidente Guillermo Billinghurst: 1912-1914

Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda

Historiador, director del Museo Electoral y de la Democracia

de la Dirección Nacional de Educación y Formación Cívica

Ciudadana del Jurado Nacional de Elecciones

Aunque es un gobernante legal y legítimo de gran obra por la sociedad peruana, su nombre no está registrado en la memoria colectiva. Fue un gobernante con amplia aceptación de las mayorías y, más allá del registro en los libros de historia, su memoria no es como la de Ramón Castilla o la de Augusto B. Leguía.

El final de sus días los pasó en tierras peruanas, que estaban ocupadas por Chile después de la guerra de este país contra Perú y Bolivia. El 28 de junio de 1915 falleció el ex Presidente Constitucional de la República Guillermo Eduardo Billinghurst Angulo, cuya huella se registra en el archivo del Museo del Jurado Nacional de Elecciones, tanto como un conjunto de bienes culturales asociados a su trayectoria constitucional.

El futuro presidente del Perú, Guillermo Enrique Billinghurst Angulo, nació en Arica, tierra peruana, el 27 de julio de 1851; hijo de padre argentino -y nieto de irlandés- y falleció también en ese sur peruano, en Iquique, donde flameaba el alma de la peruanidad pese a la chilenización violenta de esas tierras. Murió el 28 de junio de 1915, cuando esta tierra ya estaba en poder de Chile, después de haber sido testigo de episodios asociados a la defensa de la patria en la guerra de 1879.

El político y empresario peruano

Se destacó tempranamente como político, empresario, escritor y periodista, llegando a ser alcalde de Lima, primero, y luego presidente del Perú, entre 1912 y 1914, en que una sombra de la democracia lo sacó del escenario político, pese a gozar del aprecio de las mayorías que votaron por él como sucesor constitucional del presidente Augusto B. Leguía.

Este empresario salitrero fue miembro destacado del Partido Demócrata, fundado por Nicolás de Piérola después de la Guerra de Chile contra el Perú y Bolivia. Ocupó cargos dentro del gobierno, tales como Ministro Plenipotenciario en Chile, donde en 1898 firmó el Protocolo Billinghurst-Latorre, cuando se debatía sobre la realización del plebiscito de Tacna y Arica; la banda ministerial que usó en el ejercicio de este cargo se conserva en el Museo del JNE, siendo uno de los textiles de pronta patrimonialización, junto a otros bienes culturales de igual naturaleza.

De alcalde, a Presidente Constitucional. El golpe de Estado, una sombra contra la democracia

Entre 1909 y 1910 fue alcalde de Lima, llevando a cabo una gran obra que en parte favoreció a los obreros, cuyos testimonios materiales de gratitud son parte de los bienes culturales del Museo Electoral y de la Democracia. Su campaña presidencial de 1912 estuvo asociada a una propaganda política muy sugestiva que, basada en imágenes, llevaba su mensaje a los sectores populares, tomando como figura un “Pan grande”, por lo que en varios artículos periodísticos de la época se le presenta siempre con esta frase.

Billinghurst tuvo durante su campaña presidencial un exitoso posicionamiento entre los ciudadanos, imponiéndose sobre los otros candidatos, apoyado también por la legislación vigente y los parlamentarios, que reaccionaron a su favor cuando cuestionó el accionar del Congreso sobre el proceso electoral.

En el ejercicio de su cargo propuso una legislación social de avanzada, consecuente con sus promesas electorales, ganándose la oposición de los conservadores que vivían apegados a la estructura estamental superviviente, que separaba a la sociedad peruana en estratos irreconciliables, donde las mayorías carecían de los beneficios que garantizaba la Constitución.

Sin el apoyo de los representantes del partido de Augusto B. Leguía y de los civilistas, se propuso disolver el Congreso y hacer una convocatoria popular, proponiendo reformas constitucionales fundamentales; ante esto, los parlamentarios opositores se decidieron vacarlo por incapacidad moral y, paralelamente, buscaron apoyo entre los militares, protagonistas del caudillismo y de golpes de Estado en el siglo XIX.

Apoyados por los militares, encabezados por Oscar R. Benavides, el 4 de febrero de 1914 se dio el golpe de Estado y se obligó al Presidente Constitucional a dimitir, deportándolo del país.

Su obra como alcalde

Osmar Gonzáles, ex director de la Casa Museo José Carlos Mariátegui, y el historiador Jorge Basadre se han ocupado, entre otros, de la obra de Guillermo Billinghurst. Basadre enumera que a él se deben la incineración de los barracones antihigiénicos de los variolosos, que eran un peligro de infección en algunos barrios limeños, reemplazando ese espacio por un nuevo parque.

Preocupado por la sanidad, dispuso la instalación de puestos de venta de carne, a precios acorde con su propaganda de “El pan Grande”, que con menos dinero se compraría más, favoreciendo a los pobres limeños; asimismo se determinó una lista de precios al alcance de los consumidores en los mercados.

En este sentido, es bueno recordar que hizo mejoramientos en las obras de agua potable en varias zonas de Lima, entre las que se consideró a Magdalena del Mar, y adquirió vehículos eléctricos para el riego de las calles de Lima.

Su preocupación por la higiene lo llevó a un control de los pesos en los mercados; a programar la demolición del callejón de Otaiza, considerado como un espacio donde proliferaban toda clase de vicios; como contrapartida, una nueva calle mejoró el ornato de la Capital de la República; todo esto en la zona de Barrios Altos, muy cercano al centro de Lima. Asimismo, se le recuerda por haber inaugurado el tranvía eléctrico a La Victoria. No puede olvidarse aquí, que fue él quien inauguró el monumento a Antonio Raimondi en la remodelada Plaza Italia, en 1910.

La obra presidencial

Como gobernante del Perú se enfrentó a la oposición manifiesta del Congreso de la República, por la intención de disolverlo y convocar a una Asamblea Constituyente. Aludía a la disolución del Congreso y la convocatoria a una Asamblea Constituyente, pero no pudo lograr alianzas políticas, ni con los demócratas, pese a su política a favor de la clase trabajadora, que disgustó a “los dueños del Perú”. Durante su gobierno se creó el departamento de Madre de Dios.

Billinghurst reivindicó los derechos obreros, por eso se le señala como un presidente populista, por la base social que lo llevó a la Presidencia de la República y por el apoyo del proletariado peruano, como queda testimonio en varios bienes patrimoniales del Jurado Nacional de Elecciones.

De sus decretos a favor de los obreros se recuerda el de la Reglamentación de Huelgas, en 1913; la consideración de la jornada de ocho horas para los trabajadores del Muelle y Dársena del Callao, en marzo de 1913, y otras leyes más. Simultáneamente, el Perú se desangraba con la matanza de nativos en el recién creado departamento de Madre de Dios.

Una de las obras de su gobierno es la construcción del ferrocarril de Lima a Chilca, que benefició a las localidades del sur limeño. A él se debe la construcción de viviendas al alcance de los obreros, en el barrio de Malambo. Por todo esto, Guillermo Billinghurst es un personaje digno de rememorar.

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