| Daniel Bravo Dextre
Los vecinos de la urbanización Santa María y de la avenida Juan de Loyola vienen expresando su malestar a través de las redes sociales, por la tala de árboles que se viene realizando para la renovación de redes de agua y desagüe que dará paso al mejoramiento de vías.
Precisan que no se oponen al mejoramiento de la ciudad, sino que la municipalidad y Emapica han debido buscar la asesoría de especialistas para evitar el retiro de árboles que tardaron más de 20 años en crecer, dar sombra y mejorar el medio ambiente de la contaminación que origina el parque automotor.
“Está bien que quieran arreglar las pistas, el desagüe, pero están malogrando el ecosistema, la naturaleza, sabiendo que Ica es una ciudad que necesita de más áreas verde, de más oxígeno”, expresó airada una vecina.
Desde luego que esto no ocurre por primera vez en la otrora Villa de Valverde. Cada vez que un alcalde quiere mejorar las calles, plazas o plazuelas lo primero que hace es talar los árboles.
En el 2015 cuando el entonces alcalde Carlos Ramos Loayza llegó por segunda vez al sillón edilicio quiso mejorar la Av. José Matías Manzanilla, y lo primero que hizo fue talar las acacias y otros árboles que daban sombra y mejoraban el oxígeno.
Caminar por esa avenida desde la calle J.J. Elías o Lambayeque era un verdadero placer, no sólo por la sombra sino por las flores terciopelo que acompañaban nuestro paso rumbo a los colegios “San Luis Gonzaga”, “Nuestra Señora de las Mercedes”, Club USI, Data Systems, Registros Públicos, hospital “Augusto Hernández”, estadio “José Picasso Peratta”, entre otros lugares de visita obligada.
Hoy, desde que aparece el astro rey hasta que se oculta resulta un verdadero tormento transitar por esa amplia arteria, debido a que los árboles ornamentales que reemplazaron a las acacias no dan igual sombra, por no ser frondosos.
Algo similar ocurre en la plaza Bolognesi que, en la noche, cuando encienden las farolas, se ve muy atractivo e invita a sentarse; pero, desde la mañana y la tarde los parroquianos sólo se limitan a pasear por el lugar sin detenerse. Prácticamente, los ciudadanos tienen que hacer turno para sentarse en la única banca que tiene un árbol cerca que daba sombra a todo aquel que se cobija en él.
Así estamos en Ica, a nuestras autoridades les gusta sembrar cemento a costa de arrancar de raíz las acacias y otros árboles que nos acompañaron por años, dándonos sombra y bellas flores.