Agustín Gamarra, gobernante del Perú

Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda

Historiador, director del Museo Electoral y de la Democracia

de la Dirección Nacional de Educación y Formación Cívica

Ciudadana del Jurado Nacional de Elecciones

José Carlos Mariátegui, el ideólogo que dejó huella en el Perú del siglo XX, resulta -para unos- muy cáustico al hacer juicios sobre el virreinato peruano, desde la conquista hasta la independencia. Sin embargo, también podemos observar que en una de sus apreciaciones libera al mundo virreinal de un gran peso.

Y en efecto, analizando los primeros 50 años de vida independiente, responsabiliza a los hombres de la dirigencia en la República de haber mantenido y duplicado la carga pesada contra la población nativa, que debió desaparecer con la independencia. Y todo esto se relaciona con los tiempos del caudillismo en el Perú.

Uno de esos caudillos fue el cusqueño Agustín Gamarra, un hombre de su tiempo que vivió con un particular protagonismo, la etapa de la independencia y el inicio y desarrollo de la República.

Gamarra un personaje peruano

Quizá un gran número de peruanos y peruanas pronuncien a diario la palabra Gamarra, relacionándola solo con la calle y con el gran emporio comercial alrededor de ella, que es muy conocido, más allá de las fronteras peruanas. Lejos están de recordar su mención en las aulas, cuando se trató de un personaje de este apellido al recibir nociones de historia del Perú.

Hay figuras dentro de la historia nacional, cuyo protagonismo está asociado a momentos decisivos en el derrotero de los años de la independencia peruana y con los sucesos que se vivieron dentro del primer militarismo en el Perú republicano. Uno de esos personajes fue Agustín Gamarra, cuyo nombre no tiene en la memoria de sus connacionales la fuerza que sí tienen los de Miguel Grau, Francisco Bolognesi, Micaela Bastidas, María Parado de Bellido o Túpac Amaru, dentro de la historia nacional.

Agustín Gamarra nació en el Cusco el 27 de agosto de 1785, y falleció en Ingavi, Bolivia, el 18 de noviembre de 1841. Fue hijo del español Fernando Gamarra y de Josefa Petronila Messía, mujer indígena del Perú, nacida en Cusco en 1755. Casó con Francisca Zubiaga y tras la muerte de su primera esposa, en 1835, casó en segundas nupcias con la argentina Juana María Alvarado, y con ambas tuvo descendencia.

Testigo de la independencia

Este militar y político peruano gobernó el Perú en dos ocasiones, primero entre 1829 y 1833, tras el golpe de Estado contra el presidente constitucional José de La Mar, y después entre 1839 y 1841. Estudió en el Colegio de San Buenaventura y después hizo estudios de Cánones en el San Francisco, abandonándolos por seguir la carrera militar.

Se enroló en el ejército realista en 1809, dadas las circunstancias de su familia paterna, concurriendo a las campañas y batallas que se libraron contra los patriotas del Alto Perú y contra los ejércitos argentinos. Estuvo bajo las órdenes de José Manuel de Goyeneche, Juan Ramírez Orozco, y de los futuros virreyes del Perú, Joaquín de la Pezuela y José de La Serna; sin embargo, poco a poco fue llamado por el mensaje patriótico de la tierra en la que había nacido.

Como realista, se le vio combatiendo a los hermanos Angulo y a Mateo García Pumacahua en 1814, lo que le valió ascender sucesivamente en el ejército fiel al monarca español, hasta alcanzar el grado de teniente coronel, y al tenerse evidencias de su ya notorio cambio hacia la independencia, en 1820, sus superiores lo enviaron a Lima.

Cuando el general San Martín se instaló en el Perú se enroló abiertamente a la causa de la patria, el 24 de enero de 1821; estando Lima sitiada por el Ejército Libertador, Gamarra llegó a Lima y se encontró presente el 28 de julio en la proclamación de la independencia, considerándosele posteriormente merecedor de la Orden del Sol. 

Con el Ejército Libertador estuvo en dos expediciones sobre la sierra central y en la campaña de Ica de 1822. En la primera tuvo un desencuentro con el general Álvarez de Arenales, porque no pudo cumplir lo ordenado para sorprender al general realista José Carratalá, y se pidió su baja del ejército, sin que el general San Martín tomara en cuenta lo solicitado por Álvarez de Arenales, solo se le suspendió 4 meses de la milicia, después de la derrota patriota en la acción de guerra de la Macacona, el 7 de abril de 1822.

Después del retiro del Protector de la Libertad del Perú, en setiembre de 1822, actuó en la Segunda Campaña de Intermedios de 1823 con el general Andrés de Santa Cruz, y cuando en setiembre de ese año el general Bolívar llegó al Perú, fue nombrado Jefe del Estado Mayor, y con ese cargo participó en la Batalla de Ayacucho. Era un gran conocedor de la geografía del lugar, lo que contribuyó a la victoria

Gobernante del Perú

Participó en la Guerra contra la Gran Colombia bajo las órdenes del presidente José de La Mar, esta vez como Comandante General del Ejército peruano, y al final de la guerra, de acuerdo con los generales Antonio Gutiérrez de la Fuente y Andrés de Santa Cruz, derrocó a La Mar en Piura y asumió la Presidencia del Perú, gobernando con gran autoritarismo; tras dejar el cargo y por oposición con el presidente Luis José de Orbegoso, fue desterrado a Chile.

Entre un número significativo de bolivianos y peruanos, corrían vientos a favor de la unión política entre el Perú y Bolivia, que no era el propósito de la mayoría. Contrario a Andrés de Santa Cruz y a Orbegoso, se opuso a la conformación de la Confederación Perú Boliviana y fue derrotado en la batalla de Yanacocha, saliendo nuevamente al destierro en Chile, desde donde regresó con un ejército chileno, derrotando a la confederación en la batalla de Yungay. Su propósito era anexar Bolivia al Perú, pero sin confederación.

La realidad, vista desde el sur, era el fraccionamiento previo del Perú en dos estados, con el predominio de Bolivia, de esa manera se impediría que -como ocurría generalmente- el Estado más grande que era el Perú, absorbiera a Bolivia, cuyos dirigentes buscaban un protagonismo mayor en Sudamérica.

Después de estos sucesos, Gamarra ejerció con carácter provisorio la presidencia del Perú, siendo ratificado como Presidente Constitucional por el Congreso reunido en Huancayo en 1839.  Gobernó hasta 1841, pues en otro intento de anexar Bolivia al Perú, invadió ese país, siendo derrotado y muerto en la batalla de Ingavi, el 18 de noviembre de 1841.

Su busto se encuentra en el Panteón Nacional de los Próceres de la Independencia, que está a cargo del Centro de Estudios Histórico Militares del Perú, que preside el general Juan Urbano Revilla; y, como llevamos dicho, pese a que su nombre se pronuncia muchas veces cada día, el recuerdo de su memoria no está entre quienes lo mencionan. En este sentido pesan más los recuerdos de Tupac Amaru, Micaela Bastidas, Ramón Castilla y Miguel Grau, cuyo significado para la historia peruana es bastante aceptado y conocido.

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