Con desgarradoras escenas de dolor y exigiendo justicia, familiares y amigos de la extinta madre de familia Rosana Paola Torres García, de 45 años, quien fuera asesinada de un tiro en la cabeza la noche del martes 10 de diciembre mientras conducía su vehículo mototaxi tras resistirse al robo, le dieron ayer el último adiós en el cementerio general de Pisco.
Pobladores y medios de comunicación también acompañaron el cotejo fúnebre y, entre gritos y arengas, exigieron que se haga justicia para Rosana Torres, madre de ocho hijos, tres de ellos menores de edad. Rosana se convirtió en una víctima más de la inseguridad ciudadana que mantiene en zozobra al Perú y Pisco no es la excepción.
Manifestaron los vecinos que Rosana era padre y madre para sus hijos, por eso laboraba hasta en horas de la noche cuando fue interceptada por cuatro presuntos delincuentes: Nicolás Fabricio Luján Munayco (18 años) y otros tres menores de edad, que se hicieron pasar como pasajeros. De acuerdo a la información policial, estos maleantes desplazaron con engaños a Rosana Torres al asentamiento humano “Dios te ama” del distrito de San Andrés.
Momentos antes de llegar al lugar, la mujer mototaxista fue amenazada por sus ocupantes; uno de ellos le apunta con un arma en la cabeza, a la altura de la nuca, y al notar las intenciones de los delincuentes habría impactado contra un poste, lo que hizo que su agresor jalara del gatillo. Esto hizo que los cuatro criminales abandonaran el cuerpo y emprendieran la huida.
Esta versión es de acuerdo al acta policial y fue narrada por el atacante de iniciales J. M. G. Z. (16 años).
El rápido accionar de la policía y un enfrentamiento de disparos hicieron posible su captura, logrando identificarlos como los presuntos integrantes de la banda criminal “Los malditos injertos de Cañete”, que estaría liderada por Nicolás Luján.
En medio del dolor, el féretro partió desde las afueras de la vivienda de Rosana Torres en la cooperativa “Almirante Grau” hasta los exteriores de la comisaría de Pisco, donde exigieron no dejar libres a los responsables y que les den la máxima pena. Luego, el féretro continuó hasta el cementerio pisqueño.
Aquí la población y conocidos de la víctima se dirigieron a los operadores de justicia exigiendo que se castigue a sus asesinos con todo el peso de la ley y que esta muerte no quede impune. (Felipe Olivares Mozo)