El exbanquero Guillermo Alberto Santiago Lasso Mendoza asume hoy lunes la presidencia de Ecuador, sabiendo que los cambios económicos liberales que prometió en esta última campaña electoral -y en otras dos anteriores- serán más difíciles de poner en práctica de lo que había previsto. Llega al palacio presidencial de Carondelet con un mandato débil, recursos fiscales limitados y una dura oposición en el Congreso. En la primera vuelta de las elecciones de este año, Lasso sólo obtuvo el 20% de los votos, y su partido perdió escaños en la legislatura. De hecho, ganó la segunda vuelta de abril con menos votos que en las elecciones que perdió en 2017, gracias a un nivel histórico de votos de protesta.
Aun así, los inversionistas internacionales y empresarios locales tienen grandes esperanzas de que Lasso pueda revertir años de estancamiento económico, ahora exacerbado por la pandemia. Los bonos de Ecuador se dispararon el mes pasado tras la sorprendente victoria sobre Andrés Arauz, el candidato impuesto por el expresidente Rafael Correa. De todos modos, va a tener que caminar por una línea muy fina entre su programa de liberalización por un lado y un Congreso dominado por los indigenistas y una población cansada y frustrada por el otro.
En el Congreso de 137 escaños, los aliados de Correa tendrán el bloque más numeroso, con 49 asientos, y el partido indígena de izquierda Pachakutik tendrá una influencia sin precedentes, con unos 45 votos en alianza con el bloque de Izquierda Democrática. El partido de centro-derecha Creación de Oportunidades (CREO) de Lasso tiene sólo 12 legisladores, y una temprana alianza con el Partido Social Cristiano -de derecha- se deshizo el 14 de mayo.
La primera movida en el Congreso mostró la posibilidad de que Lasso se apoye en Pachakutik para avanzar en algunos aspectos de su plan legislativo. Por lo pronto, los liberales de CREO votaron a favor de Guadalupe Llori, del bloque indígena, que resultó electa como presidenta de la Asamblea Nacional. “Estamos ante la gran oportunidad de todos los partidos para trabajar en una verdadera reconciliación nacional”, dijo Llori en su discurso.
Lasso asegura que mantendrá la austeridad fiscal regida por el Servicio Ampliado del Fondo (SAF) ecuatoriano y una financiación “creativa” del gobierno por parte del Banco Central. También se beneficiará de la reciente aprobación por parte de la Asamblea Nacional de la Ley de Defensa de la Dolarización, que limita la emisión monetaria –Ecuador adoptó el dólar como moneda del país en 1999-. Pero mucho dependerá de las presiones sociales y las difíciles compensaciones para equilibrar los objetivos de crecimiento y fiscales. Para gobernar, tendrá que flexibilizar algunas de sus propuestas más favorables al mercado en temas clave como la reforma fiscal, laboral y de la seguridad social, y hacer importantes concesiones políticas para asegurarse el apoyo legislativo.
El gobierno de Lasso también tendrá que lidiar con una sociedad extremadamente frustrado por la disminución de los ingresos, la pérdida de empleos y la falta de vacunación contra el Covid. En ese sentido, la nueva administración correrá la misma suerte que la de sus pares en todo el mundo. Juzgarán a Lasso en función de si es capaz de reactivar la economía, apoyar a los más vulnerables y protegerlos de la pandemia. Como le sucedió a Biden en Estados Unidos y a todos los líderes que asumieron en el último año, su máxima prioridad en los primeros meses de gobierno tendrá que ser la del combate al coronavirus.
(Tomado de infobae.com)