El ministro de Asuntos Exteriores, Héctor Béjar, presentó ayer su dimisión tras el revuelo causado por unas antiguas declaraciones en las que acusaba a la Marina de Guerra de haber iniciado el “terrorismo” en el país. Mediante un comunicado, el Palacio de Gobierno anunció que el presidente Pedro Castillo aceptó su salida.
La renuncia de Béjar se produce un día después de haber mantenido una reunión con el presidente Castillo, en medio de las fuertes críticas que había estado recibiendo desde que el pasado fin de semana una cadena de televisión sacara a la luz unas pasadas declaraciones suyas en las que hablaba sobre el papel que la Marina habría desempeñado en la lucha contra Sendero Luminoso.
“El terrorismo en Perú lo inició la Marina, y eso se puede demostrar históricamente”, declaró, explicando que la institución militar había sido entrenada para tal propósito por la Agencia de Inteligencia de Estados Unidos (CIA). “Estoy convencido, aunque no puedo demostrarlo, que Sendero Luminoso ha sido en gran parte producto de los servicios de la CIA y la Inteligencia norteamericana, no puedo demostrarlo, pero estoy convencido de eso”.
Las peticiones para que renunciara al cargo vienen ya de antes, después de que la oposición haya cuestionado su idoneidad para ocupar el puesto debido a su pasado guerrillero. Béjar, catedrático universitario, escritor y sociólogo, fue fundador en la década de los ‘60 del efímero Ejército de Liberación Nacional (ELN) durante la dictadura del general Juan Velasco Alvarado (1968-1975).
El presidente del Consejo de Ministros de Perú, Guido Bellido, anunció que habrá cambios en el gabinete tras la crisis generada en el país por las declaraciones de Béjar sobre el inicio del terrorismo.
“Tendremos cambios para la marcha del país”, se pronunció en redes sociales.
Precisamente, Béjar sería el primer ministro en salir del gabinete que asumió funciones el pasado 29 de julio. La salida se produjo incluso antes de que el Ejecutivo reciba el voto de confianza del Parlamento, prevista para el próximo día 26.