Según una estimación, hasta 70,000 informáticos, asustados por la repentina congelación del clima empresarial y político, han abandonado Rusia desde que Vladimir Putin ordenó la invasión a Ucrania hace cinco semanas. Se espera que les sigan muchos más.
Para algunos países, la pérdida de Rusia se considera una ganancia potencial y una oportunidad de aportar nuevos conocimientos a sus propias industrias de alta tecnología.
El presidente ruso Vladimir Putin se ha percatado de la fuga de cerebros incluso en medio de una guerra que, según la agencia de la ONU para los refugiados, ha provocado la huida de más de 4 millones de personas de Ucrania y el desplazamiento de otros millones dentro del país.
Esta semana, Putin reaccionó ante el éxodo de profesionales de la tecnología aprobando una ley para eliminar los impuestos sobre la renta hasta 2024 para las personas que trabajen en empresas de tecnología de la información.
Algunos de los nuevos exiliados de la alta tecnología dicen que no tienen prisa por volver a casa. Una élite provista de visados de la Unión Europea se ha trasladado a Polonia o a los países bálticos de Letonia y Lituania.
Un contingente más numeroso se ha refugiado en países donde los rusos no necesitan visados: Armenia, Georgia y las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central. En tiempos normales, millones de trabajadores menos cualificados emigran de esos países económicamente débiles a la comparativamente más próspera Rusia.
Anastasia, una analista de sistemas informáticos independiente -de 24 años-, de la ciudad siberiana de Novosibirsk, eligió Kirguistán, donde su marido tiene familia.
“Cuando nos enteramos de la guerra (el 24 de febrero), pensamos que probablemente era el momento de irnos, pero que podríamos esperar y ver. El 25 de febrero compramos los billetes y nos fuimos”, dijo Anastasia. “No había que pensar mucho”.
Como todos los trabajadores rusos con los que se contactó para este reportaje, Anastasia pidió permanecer en el anonimato. Moscú reprimía la disidencia incluso antes de la invasión a Ucrania, y la gente que vive fuera de Rusia sigue temiendo las represalias.
“Desde que tengo uso de razón, siempre ha habido miedo a expresar las propias opiniones en Rusia”, dijo Anastasia, y añadió que la guerra y “el ruido de fondo del patriotismo” hicieron que el ambiente fuera aún más prohibitivo. “Me fui un día antes de que empezaran a registrar e interrogar a la gente en la frontera”.
La magnitud de la aparente fuga de cerebros fue puesta de manifiesto la semana pasada por Sergei Plugotarenko, director de la Asociación Rusa de Comunicaciones Electrónicas, un grupo de presión del sector. “La primera oleada, de 50,000 a 70,000 personas, ya se ha marchado”, declaró Plugotarenko ante una comisión parlamentaria.
Sólo el elevado coste de los vuelos para salir del país ha impedido una salida masiva aún mayor. No obstante, otros 100,000 trabajadores tecnológicos podrían abandonar Rusia en abril, predijo Plugotarenko.
(Tomado de infobae.com)