| Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda
Historiador, director del Museo Electoral y de la Democracia
de la Dirección Nacional de Educación y Formación Cívica
Ciudadana del Jurado Nacional de Elecciones
La fotografía se inventó -en el mundo- en 1839 y dos años después llegó al Perú, generalizándose escasamente, por el costo de estos productos, entre quienes podían alcanzar la reproducción de imágenes en daguerrotipos; y así seguirían un conjunto de innovaciones, hasta dar con la fotografía, tal como la conocimos en la segunda mitad del siglo XX.
Lo cierto es que, tanto la fotografía como otras fuentes artísticas, llámense dibujos, acuarelas, caricaturas, óleos y todo lo que reproduce la vida social, ha servido para testimoniar lo que hacen los grupos sociales. Y hoy, más allá de servir para ilustraciones, se busca decodificar los mensajes que se encuentran en los trazos que no pocas veces son obras de arte, y están cargadas de detalles que el ojo común suele interpretar con dificultad.
Por otra parte, se observa que la historia política del país ha estado llena de enfrentamientos entre las diversas facciones que, utilizando las más variadas estrategias, trataban de capturar el poder; y si bien la fotografía ya se había introducido en el Perú, los testimonios en relación al clientelaje político y sus mecanismos nos llegan tempranamente gracias a los grabados sobre este particular, las caricaturas, sobre todo de Manuel Atanasio Fuentes, cuyo bicentenario de nacimiento se conmemoró en plena pandemia del 2020.
El hombre siempre ha dejado un testimonio gráfico sobre diferentes facetas de su pluricotidianidad, tanto en caracteres como en imágenes, por eso se puede reconstruir las maneras de obrar de las sociedades ágrafas. La piedra fue el primer soporte que permitió registrar la información, las sociedades líticas utilizaban este material para grabar y para pintar escenas rupestres. Luego el papiro, el pergamino y el papel
Posteriormente el soporte magnético (discos y cintas) y, finalmente, el soporte electrónico hace posible que las generaciones venideras recreen su pasado a partir de las fuentes que hoy se consolidan como perdurables, pese a la fragilidad de los soportes actuales que son atacados por virus que les hacen sensibles a perder la información.
Si entramos en el camino de la historia nacional en su independencia, se observará que son pocos los personajes que se salvaron de ser caricaturizados, la pluma y el pincel estuvieron siempre a la orden del día, para mofarse y ridiculizar a determinados protagonistas de la historia, y quizá, los dibujantes de ese momento estuvieron lejos de pensar que lo que se liberaba a través de sus manos iba a servir en el futuro para complementar los escritos a mano y los impresos en el papel, sobre determinados hechos históricos y sobre protagonistas de la historia.
Cuánto puede influir la imagen en la toma de decisiones, cuál es el peso que posee en un tiempo donde no existía televisión y radio, y los diarios serios no admitían la mofa contra los otros, eso está determinándose. Cuánto hicieron variar los resultados electorales estas caricaturas en su momento, es un asunto de recientes investigaciones, que ven a la caricatura más allá de su percepción artística y de las técnicas utilizadas en su elaboración.
Lo cierto es que los editores de caricaturas mantuvieron un público cautivo que esperaba impaciente la salida de los órganos de difusión que les daban vida, y este análisis es lo que dio vida a una investigación multiplicada desde el equipo de investigación de la Dirección Nacional de Educación y Formación Cívica Ciudadana del Jurado Nacional de Elecciones, y que ya va saliendo de imprenta en 5 oportunidades.