
|Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda
Historiador, director del Museo Electoral y de la Democracia
de la Dirección Nacional de Educación y Formación Cívica
Ciudadana del Jurado Nacional de Elecciones
El próximo 4 de diciembre se llevará a cabo la segunda vuelta para elegir a gobernadores regionales, en 9 espacios del país: Amazonas, Cajamarca, Callao, Cusco, Lambayeque, Lima Provincias, Moquegua, Pasco y Piura, regiones en las que, con toda seguridad, los ciudadanos y las ciudadanas emitirán un voto responsable, orientado a la elección de la mejor opción; es decir, la que considere el bienestar social de todos y la mejora material de la región que se representará.
Consideramos que la ocasión es oportuna para recordar episodios relacionados con este hito de actualidad, para compararlo con el pasado. En la revista Variedades, que se publicaba en Lima a inicios del siglo XX, en uno de sus números de 1912 -el 202, del 13 de enero de ese año- se acuña la frase “Profesión de fe política” para referirse a las actividades de un grupo de peruanos, casi todos limeños, que anunciaban organizarse de manera independiente en una asamblea civilista, tendiente a la reorganización del Partido Civil, del que se apartaba el Presidente Constitucional de turno, don Augusto B. Leguía.
Estas profesiones de fe política son recurrentes desde la primera mitad del siglo XIX; las hemos leído en los diarios El Peruano y El Comercio, así como en publicaciones regionales de Ica y todo el sur peruano, conservadas en la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional y dentro de la Colección Porras Barrenechea.

Indudablemente, hacer una profesión de fe política implicaba el compromiso de trabajar por el país, por hacer posible que un proyecto futuro comprendiera las aspiraciones de todos o, por lo menos, de la mayoría de los peruanos y peruanas, y quién sabe si así lo entendieron todos los que incorporaron a su pluri cotidianidad la participación en una de las organizaciones políticas de su tiempo.
El desencanto de la conducta de los hombres de la política llevó a Francisco Javier de Luna Pizarro a escribir sobre la necesidad de propiciar un voto responsable e informado, que lleve a los ciudadanos a endosar poder político a los más capacitados y realmente comprometidos con el futuro del país, y esto sucedió cuando no se habían cumplido dos décadas de vida republicana.
Bartolomé Herrera,, por su parte, confiaba en la formación de élites capaces de conducir los destinos del país, élites en el sentido de hombres capaces de gobernar, que tuvieran requisitos y capacidades, y no solo los primeros, ya que sin las condiciones necesarias no se podía hacer planes de desarrollo en aras del país completo, quizá en parte; para sostener esta apreciación, fue el observar que no todos los que manifestaban verbalmente y por escrito, sobre esa profesión de fe política, lo estaban cumpliendo realmente.
En cuántos esa fe política solo estaba asociada al interés personal y a los beneficios económicos también se podría determinar, y ese comportamiento aparece en una caricatura de Manuel Atanasio Fuentes, que ven a la captura del poder político como una fuente de ingresos; y no solo se sirven del Estado, sino que lo sangran como se grafica en otra caricatura donde una vaca en el ordeñadero (el Estado) es exprimida por algunos de los políticos de turno.
La constitución de clubes de carácter político, después partidos políticos, llevaba a la congregación de los ciudadanos más visibles y con posibilidades de capturar el poder político, quienes -indudablemente- se comprometían con su organización y con la ciudadanía; pero no pocas veces eso devino en un cambalache y en la presencia de tránsfugas, tanto como de oportunistas políticos, no pocas veces asociados con los ayayeros existentes en todos los tiempos.
El país espera que los ciudadanos y las ciudadanas de 9 regiones emitan un voto responsable, el 4 de diciembre, para elegir a sus gobernadores regionales.