Escribe: Félix Agrícola
Este «Himno de la Vendimia» en su letra conserva muchas curiosidades del terruño. Trataremos de llegar a ellas… Dios quiera podamos cumplir en algo lo prometido…
«Vámonos a la campiña, que es la fiesta de la Vendimia,
vámonos cholito a la campiña, a tomar rica cachina»
La vendimia es el corte cuidadoso de la vid de la parra, teniendo cuidado que el racimo no se estropee. Pero en «stricto sensu» solo corresponde a la uva vinífera, no a la de mesa, por las particulares características que presenta y es solo en la campiña que esta reúne esas especiales características para celebrar dicha fiesta. La ciudad no, porque ya está desacralizada y carece de los elementos nativos y propios que individualizan la parra y la vid; se trata de ese microclima especial -ahora denominado «terroir»-, que hace que algunos viñedos, con las mismas variedades y similares cuidados, arrojen mejores resultados que otros….
Por eso, es a la campiña (y no a las campiñas) donde hay que acudir. Ya Juan Donaire Vizarreta, distinguido escritor, gran profesor sanluisano de gramática, excelente persona y ante todo orgulloso «cholo» iqueño, al referirse a nuestro valle cultivado y sus costumbres lo hizo a la «Campiña Iqueña» (que prologó don José Miguel Vélez Picasso, esposo de doña Carmen María). Y es que cholos somos todos porque somos lugareños y somos mestizos, somos mezcla racial y en muchos casos es lo que genera nuestra fortaleza física que nos permite enfrentar satisfactoriamente las adversidades climáticas. Ahora se habla de Pueblos Originarios, pretendiéndose ignorar la belleza de la mezcla en sus orígenes. En la vestimenta, en la música, en los rasgos faciales y hasta en las comidas abunda la mezcla, sino veamos como ejemplo que nuestros deliciosos quesos andinos tienen su origen en los similares europeos. Uno de nuestros principales escritores, Valdelomar, era mezcla, era zambo, característica que quizás hizo se enriqueciese su muy particular y rica producción literaria, en la cual existe un matiz de dolor que la hace especial y de exquisita calidad y calidez. El que niega o disfraza su realidad vive en la disconformidad y la mentira. No por gusto a nuestro Señor de Luren, talla netamente iqueña, se le ha dado ese color cobrizo (se le ha oscurecido) para identificarlo con la población.
La «cachina» es el jugo de uva en plena fermentación. Se le denomina «verde» cuando esta dulce. Es muy agradable, pero es la que más estragos genera; mientras que a la «seca» con pisco se le ha interrumpido el proceso, por tanto, su daño es mucho menor ingerida en grandes cantidades.
«El Sol canta la alegría como bella sinfonía y es que en Ica celebramos la fiesta de la Vendimia»
El Sol es ese astro que en nuestro sistema permite la vida, tal cual la percibimos. Genera armonía y belleza al resaltar con su luz la obra de Dios, así como descanso y tranquilidad en las horas de penumbra. Desde la antigüedad existieron los cultos solares y lunares, a los cuales se relacionaba con la vida y la muerte. Brilla y desaparece y … vuelve a brillar en un intenso y repetido devenir. A nuestro Cristo de Pachacamilla, Señor de los Milagros, a un extremo se le ha agregado el sol y al otro, la luna.

«Grandes parrales en alto, verdes hojas y zarcillos, los racimos muy dorados van llenando las canastas de lo que será buen VINO»
A Dionisos (Baco) fue al único que se le consideró un dios y, por consiguiente, con derecho a ser aceptado en el panteón de los olímpicos, no obstante ser hijo de Zeus y de una mortal, Selene. Quizá lo fue por el hecho de haber nacido «dos veces». La primera antes de tiempo por muerte de su madre y la segunda al haber sido injertado en el muslo de Zeus y concluir así, exitosamente, su gestación, pero esta ultima vez nació de «un dios». A Dionisos se le consideraba una divinidad agraria y de fertilidad, y entre sus fiestas estaban las «Grandes Dionisiacas» llevadas a cabo entre marzo y abril. Se debe tener en cuenta que a la euforia y la embriaguez se le consideraba una especie de anticipo a lo que sería la vida en el más allá y que los muertos eran los que proporcionaban los alimentos y las semillas. Por eso el enterramiento de los cadáveres, cuya descomposición proporciona materia nutricia a las tierras. Este razonamiento lo encontramos también en nuestras culturas andinas, donde la semilla se envolvía con una cabecita de pescado para alimentar su desarrollo. Era pues Dionisos también un dios de la muerte a la vez.
Al vino antiguamente se le consideró como propulsor de malicias al introducírsele en los banquetes y generar esa explosión de espontaneidad y liberación total, una comunión con las fuerzas vitales y cósmicas, justificada por una posesión divina, conforme refiere el gran Mircea Eliade. Corresponde pues al catolicismo darle ese carácter sagrado y benéfico a esa conducta cuando por la Transustanciación el pan y el vino se convierten en el cuerpo y sangre de Cristo, y así, prudentemente, nos «alimentamos» de Dios, sin huir de nuestra realidad sino más bien comprendiéndola mejor, lo que nos permite exitosamente enfrentarla y adecuarla.
«Tinto, blanco, dulce, tan dulce como el Amor,
y el aguardiente famoso que forma CORDON y ROSA»
Cada variedad vinífera tiene un diferente resultado. El clima iqueño permite esos cultivos. Se están adecuando nuevas variedades en el valle, lo que implica mejoría y cuidado en el resultado y en la presentación, pues todo ingresa primero por la vista. Pero es interesante recordar los cultivos al inicio del siglo pasado, el S. XX.
Carlos Áureo Velarde, que fue prefecto de Ica, en su completa Memoria de 1904 refiere que en todo el departamento se cultivaban las siguientes variedades de Vitis vinifera:
1 – Quebranta, excelente para el aguardiente pero que da un vino «aloque» (rojo claro) de mucho cuerpo.
2 – Negra, en las plantaciones antiguas. Es poco productiva, pero da vinos de gran calidad.
3 – Moscatel, posiblemente de generación casual y de poca producción. Su aguardiente es aromático y agradable, y da buenos vinos blancos que se ajerezan con la edad.
4 – Albilla, con uva blanca de muy buena clase, sirve para elaborar vinos tipo Sauternes y aguardientes muy estimados.
5 – Rosada, traída de Chile es exquisita para mesa.
6 – Italia, la » Muscat d’Alexandrie» es de poca vida y de ella se dan el «Italia dorado» y el aguardiente sumamente agradable. También sirve para pasas, como la variedad del Huasco.
En menor cantidad se encontraban cultivos de Mollar, de Chasselas de Fontainebleau, de Gallo, de Muscat Noir y de San Francisco, cepas traídas de Chile para uvas de mesa. Se empezaba también con la Cabernet, Pinot, Malbec, Aramon, Alicante Bouschet, Barbera y Nebbiolo.
El Cordón y la Rosa son esos pequeños globos espumosos que se generan en el interior de una botella de pisco al agitarla. Un remolino central (la Rosa) y el Cordón a los extremos del líquido.
No por gusto un ovario es un racimo en potencia y las burbujas guardan también alguna semejanza con el viscoso líquido seminal, recordemos que la Vendimia es ancestralmente un rito de fertilidad.
«Si es un dicho universal exclamar VALE UN PERU también es tradicional COMO EL PURO DE ICA NO HAY»
Estas últimas expresiones me relevan de mayor comentario, pero nos hacen sentir verdaderamente iqueños. ¡QUE VIVA ICA! ¡QUE VIVA EL PERU, CARAJO!…