LA VOZ DE LOS BICENTENARIOS

Mg. Juan Carlos Romaní Chacón

Presidente del Comité Patriótico Bicentenario

de la Independencia del Perú – Provincia de Ica

26 de octubre de 1820:

203 años del reembarque de la Expedición Libertadora del Perú desde la bahía de Paracas hacia el puerto del Callao

En este pequeño artículo de investigación, recordemos -con orgullo- que el 21 de octubre del 2023, hemos conmemorado el Bicentenario de la Creación de los Símbolos Patrios Primigenios del Perú, creados por San Martín, en Pisco; hemos conmemorado el Bicentenario de la Proclamación y Jura de la Independencia de Ica, en cabildo abierto y en la plaza de armas; hemos conmemorado el Bicentenario de la Creación del Escuadrón de Caballería Afroperuano “Auxiliares Patriotas de Ica”; y hemos conmemorado el Bicentenario de la Partida de la Expedición de la Sierra, al mando del coronel Arenales, desde la plaza de armas de Ica, rumbo a Huancavelica, Ayacucho, Huancayo y Cerro de Pasco; combatiendo y logrando la libertad e independencia de dichas regiones hermanas, con la Bandera Primigenia del Perú, creada en Pisco.  

Se trata de un grupo de pueblos hermanos que han comprendido que tenemos que luchar en dos frentes, hasta el 9 de diciembre del año 2024.

Primero, concientizando con anticipación y conmemorando el Bicentenario de la batalla de Ayacucho, que selló en forma definitiva, la Independencia del Perú.

Y, segundo, continuar por siempre; con una campaña educativa permanente, de concientización de valores, de identidad, de turismo, de historia, involucrando a nuestros pueblos, a participar y cumplir con mucha responsabilidad los protocolos de bioseguridad, para derrotar cualquier tipo de pandemia; en especial, las pandemias de la corrupción.

En este sentido, repasemos los escritos de Gerónimo Espejo, antiguo ayudante del Ejército Libertador del Perú, ayudante del general don José de San Martín, para tener una visión, una prospectiva del largo camino por recorrer, para concientizar a nuestros niños y jóvenes, y rescatar y revalorar en su verdadera dimensión la historia, la cultura, la identidad y el potencial turístico de nuestra región Ica, desde el puerto San Juan de Marcona, en la hermana provincia de Nasca, hasta Grocio Prado, en la hermana provincia de Chincha, y hasta el hermano distrito de Acarí, en la región Arequipa.     

Apuntes Históricos sobre la Expedición Libertadora del Perú 1820

Por el Coronel D. Gerónimo Espejo

(Antiguo Ayudante del Estado Mayor del Ejército de los Andes)

Buenos Aires – Imprenta y Librería De Mayo – 1867

Nota: Se ha respetado la ortografía original.

“Como el plan de operaciones del general parece haber sido, arribar a Pisco solo para refrescar, desprender de allí una división de tropas que girase por los  pueblos del interior convulsionándolos, y pasar enseguida a la costa del norte, para apoyar al general Arenales, sublevar los departamentos y procurarse subsistencias que en esa parte son más abundantes; el día 25 comenzó el reembarque de los cuerpos en la ensenada de Paracas, en los mismos buques que habían hecho el viaje desde Valparaíso, porque en ellos habían quedado los equipajes de oficiales, su menaje  y demás repuestos. La marcha la hacían de Pisco por la noche, para evitar la fatiga y la sed que serian mayores con el calor del sol, en el concepto también de aprovechar el día en el embarque con tranquilidad y sin confusión, respecto a que, en aquel desierto se carecía de los elementos y comodidades que habíamos tenido en Valparaíso. En la misma forma continuo el 24, y los últimos restos lo verificaron el 25, remitiéndose al teniente coronel Francisco Bermúdez, que había quedado de comandante militar del sud en Ica, el remanente de caballos y mulas que quedó después de embarcar los que pudo contener el bergantín Nancy.

El día 26 después de salir el sol, dio la vela el comboy con rumbo al norte y la escuadra a la vanguardia amaneciendo el 27 a la altura del valle y pueblo de Cañete, que con los anteojos alcanzábamos a divisar bien las casas, y los terrenos cultivados. Desde eso de las siete de la mañana sobrevino una de esas calmas tan frecuentes en esas costas tropicales, y el calor y la inmovilidad fatigaban a la tropa como es natural, en la estrechez a que estaba reducida.

En la madrugada del 28 vino en nuestro auxilio una agradable brisa que los transportes aprovecharon con cuanta vela era posible, con cuyo motivo, la capitana hizo señales, que repitió no se cuantas veces mas en el  resto del día, de  conservar la mayor unión a todo trance: y refrescando algo mas la brisa al entrar la tarde, el comboy logró ponerse por la noche al paralelo de la isla San Lorenzo, que según nos explicaban los marinos, formaba la rada del Callao.

Al aclarar el día 29, que íbamos por el paraje que llaman “Cabezo de la isla”, la capitana hizo señales para que la tropa se vistiese de uniforme de parada, en concepto a que, si la observaban de tierra con los anteojos como indudablemente sucedería, recibiesen la impresión óptica que ofrece todo cuerpo veterano bien vestido: y como las fragatas Minerva y Dolores, que habían transportado de Valparaíso los batallones núm. 2 y 11, estaban vacías por haber marchado estos cuerpos en la división de la Sierra; se mandó trasbordar a cada una por ese día, del Águila y la Mackena, una compañía que debía regresar por la noche, para que todos los buques del comboy apareciesen conduciendo tropas. Un poco mas tarde ya entramos en la hermosa bahía del Callao, puerto que generalmente se dice que es de los mas espaciosos y apacibles de las costas del Pacífico. La escuadra fondeó en línea siempre a la vanguardia, fuera del alcance de los castillos y baterías de la ribera, y el comboy en línea también mas a retaguardia.

Cuando estábamos en Pisco, llegaron de Valparaíso tres buques mercantes con especulaciones de pacotilla, que seguían al comboy como los vivanderos a un ejército, y fondearon al costado en el mismo lugar: de suerte que, se presentaron a la vista de la capital de Lima, 25 buques, ocho de guerra de la escuadra en 1era. Línea, inclusa una cañonera que se incorporó a la expedición en la travesía de Valparaíso a Pisco, y diez y siete, en la 2da. línea, inclusos los tres mercantes. La escena que ofreció el puerto del Callao en ese día, fue verdaderamente respetable para aquellos tiempos.

Desde el fondeadero del comboy se veía a la simple vista, la población del Callao, el castillo “Real Felipe” con sus enormes torreones y casa – mata, los castillos laterales “San Miguel” y “San Rafael”, los buques de guerra y mercantes apiñados en el surgidero, las baterías a flor de agua, el muelle y cuanto contenia la ribera: y como el terreno desde mas de tres leguas adentro viene bajando en forma de anfiteatro hasta el puerto, divisamos perfectamente el gran número de torres, templos y altos edificios que encierra la ciudad de Lima, y con el auxilio de los anteojos veíamos coronados de un inmenso gentío, el cerro de San Cristoval, los miradores, los techos de las iglesias, las torres, las murallas de la ciudad y toda altura donde se pudiese alcanzar a vernos: asi como veíamos también, muchas casas de campo, arboledas y plantíos de su campaña, y en particular, el gran camino carril, tirado a cordel, que parte desde el Callao y va a terminar en una hermosa alameda sobre la gran portada de Lima. La expedición libertadora y la capital del Perú, estábamos en mutua exhibición”.

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