¿Qué hacer en caso de una recesión?

Por: Paulo Quequezana

Analista de estudios económicos de ComexPerú

La entrada en recesión económica ha sido inminente. Los golpes a sectores como el agro y la pesca son tales que muy pocas cosas auguran un repunte en el corto plazo. Sumado a un Fenómeno del Niño que, según el ENFEN, tiene entre un 96 y 97 por ciento de probabilidades de ser entre moderado y fuerte, todo apunta a que las predicciones (cada vez más negativas) de una caída en el PBI para 2023 se cumplirán.

Dicho ello, la recesión ya empezó a configurarse desde antes, incluso en departamentos con un desempeño positivo usual, como Ica. Según el INEI, en el segundo trimestre del año, la producción en la región ya había caído un 0.6% en relación con el mismo periodo de 2022, con importantes reducciones en sectores como pesca (-72.5%), construcción (-13.9%) y manufactura (-12.1%). De hecho, sin contar a la minería, el PBI iqueño ya registraba una caída del 3.3% en el primer trimestre y del 3.9% en el segundo.

¿Qué hacer en este escenario tan pesimista? Por el momento, las respuestas más directas han sido las de intervenciones puntuales del Estado en la forma de mayores gastos (préstamos, bonos, gastos de reactivación, Con Punche 1 y 2, etc.). Inclusive, recientemente el MEF ha adquirido un crédito suplementario por más de S/ 5,000 millones. Pero -evidentemente- se necesitan soluciones que vayan más allá (porque el Estado tampoco podrá ir sacando o pidiendo dinero indefinidamente) y que aseguren no solo revertir esta tendencia decreciente del crecimiento, sino también mantenerlo en el tiempo.

En ese sentido, haría bien el Estado en enfocarse en reactivar uno de los motores de crecimiento más potentes que ha tenido el país en su historia reciente: la inversión privada. La ejecución de proyectos de envergadura trae consigo una serie de beneficios (mayor empleo formal, impulso a negocios, mayores ingresos y, por ende, consumo, etc.) que tienen la ventaja de retroalimentarse e iniciar un círculo virtuoso que permite crecer a diversas actividades, marcando en muchos casos un antes y un después.

Por ejemplo, en Ica, uno de los proyectos emblemáticos es el Puerto de Paracas. Desde su concesión en 2014, este puerto ha experimentado un notorio desarrollo por medio de inversiones estratégicas en su infraestructura y equipamiento, lo que le ha permitido -a 2022- más que cuadruplicar sus niveles de carga respecto a su primer año. Si bien las exportaciones provenientes de Ica están aún lejos de concentrarse en este puerto (el Callao sigue siendo el punto de partida preferido), con la modernización del puerto hecha ya se han estado realizando diversas alianzas con navieras internacionales que nunca habían pasado por la región para movilizar directamente productos agrícolas, como uvas, cítricos y paltas. Para los agroexportadores, poder conectarse directamente con los países de destino desde su punto de producción implica una sustancial reducción de costos de transporte y los tiempos de travesía, pudiendo preservar también la calidad de productos frescos que requieren ser refrigerados, lo cual los hace más competitivos. Mayor competitividad equivale a mayor rentabilidad, y si esto marca el inicio de una tendencia positiva para el sector, emprendedores y empresas estarán incentivadas a realizar inversiones nuevas que, a su vez, implican más empleo e ingresos para quienes se dedican a esta actividad.

De esta forma, consideremos ahora un escenario en el que múltiples proyectos de igual o mayor dimensión a este empiecen a desarrollarse en diversas partes del Perú. Sobre todo, consideremos que tenemos un contexto en el que existe un plan claro y delineado para estos proyectos, en el que se sabe con seguridad cuándo comienzan y cuándo acaban, que las regulaciones y normas no serán trabas para estos, que aquellos que conversan uno con el otro tomen en cuenta ello en su diseño y ejecución, y que las entidades públicas con las que han de interactuar fomentarán fluidez y no lentitud. Estos son los objetivos que debiera asegurar el Estado hoy en día para dar una señal potente de que la recesión será solo algo de 2023. O, por lo menos, dar señales claras que se está trabajando para conseguirlos. Porque, así como están las cosas, no deben ser muchos los que estén dispuestos a “apostar por el Perú” para desarrollar sus inversiones.

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