
| Mg. Juan Carlos Romaní Chacón
Presidente del Comité Patriótico Bicentenario
de la Independencia del Perú – Provincia de Ica
6 de febrero de 1821:
La resistencia de los montoneros patriotas y la contraofensiva española
Acción patriótica de Ica, Huancavelica, Ayacucho, Junín, Apurímac y Arequipa.
Un día como hoy, hace 203 años, las partidas de los bravos montoneros peruanos, de la costa y sierra centro sur; sostenían con sangre, sudor y lágrimas la libertad y la independencia que proclamó el coronel Juan Antonio Álvarez de Arenales en sus pueblos, durante los meses de octubre, noviembre y diciembre de 1820. Ahora, el enemigo era el Ejército Real del Perú, con nuevo comando. Era el virrey de facto, José de La Serna, quien el 29 de enero de 1821 lideró en las sombras la rebelión de los generales españoles cansados por las malas decisiones del virrey Pezuela; malas decisiones que permitieron que el Ejército Libertador del Perú, al mando del general San Martín; amenazara y sitiara la Ciudad de los Reyes.
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Contestación al brigadier Ricafort a sus oficios No. 1, 2 y 3 que envió por extraordinario con el capitán de Infanteria. Se le avisa la ruta que ha tomado el caudillo Arenales sobre Huamanga y que al efecto se ponga en comunicación con la division que viene del Exercito del Perú
(Ortografía original)
Por el oficio reservado de US. de 9 del corriente No. 1 quedo enterado de los movimientos …
…Por lo que respecta a VS. si por fortuna tiene reunidos los dos escuadrones de “San Carlos” y “Arequipa“ y su Escolta deberá ya dirigirse con esta fuerza sobre Ica para deshacer la base de 25 hombres de tropa que con diez oficiales insurgentes se hallan en aquel pueblo instruyendo unos 300 o 400 hombres entre negros, indios y cholos, restablecer el orden en dicha ciudad de Ica y pasar a Pisco en donde no hay enemigo alguno, y a donde he mandado avanzar parte de la fuerza de Cañete que el día 2 destrozó en Chincha una partida de indios y negros que habían bajado en Ica. Deme VS. frecuentes partes de su situación y avíseme antes de llegar a Pisco para que pueda recibir mis ultimas órdenes. Excuso decir a VS. el castigo pronto que debe darse a los traidores del Rey que han abrigado a los enemigos y tomado partido entre sus tropas; y las precauciones con que debe obrar sobre Ica = Dios gue a VS. ms. as. Lima, 4 de noviembre de 1820 = Joaquín de la Pezuela.=
Sr. Brigadier Don Mariano Ricafort.
Fuente:
COLECCIÓN DOCUMENTAL DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ
TOMO VI – Asuntos Militares – VOLUMEN 3º.- Juntas de Guerra (1820 – 1821)
COMISIÓN NACIONAAL DEL SESQUICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ
Prólogo, compilación y ordenamiento por el GRAL. EP FELIPE DE LA BARRA
Año del Sesquicentenario de la Independencia Nacional – Lima, Perú – 1971
Biblioteca Nacional del Perú
593664 (I2000)

La recaptura del partido de Ica por los españoles
Después de la derrota del combate de Yauca, en los alrededores del actual Santuario de la Virgen del Rosario de Yauca, el 26 de noviembre de 1820, las milicias iqueñas fueron sometidas por el coronel español Juan Antonio Pardo, quien también mantuvo vigilancia contra los hacendados criollos y los alcaldes de las comunidades mestizas que apoyaron la proclamación de la independencia de Ica, del 21 de octubre. Como es usual en toda guerra, también existieron peruanos, que buscaban proteger sus intereses y apoyaban a patriotas o a realistas, según su conveniencia. La División del Sur del Ejército Libertador del Perú, con su cuartel general en Ica, desapareció momentáneamente; pero, ya había sembrado semillas de fervor patriótico y empezaban a germinar. Muchos soldados y milicianos iqueños lograron escapar de la masacre de Yauca y, por el camino de Córdova y Tibillo, se reintegraron a la división de Arenales y combatieron en la victoriosa batalla de Cerro de Pasco, el 6 de diciembre de 1820. Pero, sufrían en el alma el haber abandonado a sus familias por la causa de la libertad, y esperaban la primera oportunidad para rescatar a su querida Ica, con fuerzas patriotas. Tomando como referencia un día cualquiera, enlazando el contexto actual con el contexto de aquella época, como el 6 de febrero de 1821, el pueblo iqueño vivía y sufría el impacto de la guerra de la independencia. Y en ese momento, la ciudad de Lima, en manos de un nuevo virrey de facto, más sanguinario que el anterior, estaba a punto de ser tomada por San Martín. El pánico de la aristocracia limeña repercutía en Cañete, Chincha, Pisco, Ica, Palpa, Nasca y en las regiones cercanas. El poderoso partido de Ica era parte de la Intendencia de Lima. En esos tiempos, el pueblo iqueño era uno solo y no existían los actuales 14 distritos que conforman la provincia de Ica. Era un día de arduo trabajo en la campiña iqueña, inicio de temporada de la tradicional y generosa cosecha de la uva quebranta, la vendimia iqueña; y, en simultáneo, los patriotas iqueños, pequeños propietarios de campos de cultivo y algunos hacendados, seguían conspirando y apoyando a los montoneros de Palpa, Nasca, Acarí, Caravelí, Camaná, Arequipa, Ayacucho, Huancavelica y Junín; que emboscaban a los realistas y luego desaparecían. La guerra de guerrillas que diezmaba sistemáticamente a la contraofensiva española, que avanzaba desde Puno, Cuzco y Arequipa, rumbo a Lima.
Repasemos el siguiente texto histórico:
“En febrero de 1821, como una de las primeras medidas para aumentar su contingente militar, el nuevo virrey dio la orden de alistar hasta 1500 esclavos hombres del valle de Lima entre los 15 y 60 años, proceder a su tasación y pagar su justiprecio. Los esclavos quedarían en libertad al terminar la guerra y solo la perderían si desertaban. El Marqués de Valle Umbroso respondió que no era posible sacar esclavos de los valles de Chincha, Pisco e Ica, porque han sufrido mucha alteración desde que lo ocupase el ejército de los Andes. Como se observa, La Serna pensaba en la continuación de la guerra y respondió con la misma orden que San Martín cuando pisó la costa peruana, cuando hizo un llamado a los esclavos de las haciendas para servir en su ejército. Mientras el Libertador pensaba en llegar por medios pacíficos al fin de la contienda, el virrey, sentía que el combate debía continuar. Esta medida probablemente se acató por ser orden militar y estar en estado de guerra, pero nunca fue aceptada de buena manera, ya que una vez que San Martín ingresó a Lima, los hacendados criollos afectados por esta orden le pidieron que se les restituyera la propiedad sobre los esclavos.” (1)
(1) Gustavo Montoya, La independencia del Perú y el fantasma de la revolución (Lima: Instituto Francés de Estudios Andinos / Instituto de Estudios Peruanos, 2002), 83-84.
MALDONADO/ El proceso libertario del Perú – Revista Historia y Cultura Edición No. 30
Museo Nacional de Arqueología e Historia del Perú – Lima, Perú – 2019