| Daniel Bravo Dextre
Desde la década del 80, la ciudad de Ica ha crecido urbanísticamente en forma desordenada y agresiva contra la naturaleza. Las empresas inmobiliarias para ganar dinero y darles a los iqueños la casa soñada, por falta de guía y regulación del plano catastral han convertido los campos de cultivo en bosques de ladrillo y cemento; sin importarles el tremendo daño que se le ha estado haciendo al ecosistema, al eliminarse taimadamente a los árboles que purifican el ambiente.
Otro daño irreversible a la ecología es el uso excesivo de pesticidas en la agroindustria, los cuales no solamente matan a los insectos nocivos sino también a las abejas que realizan el trabajo de la polinización de frutos.
Por este motivo, el conservacionista iqueño, de profesión ingeniero agrónomo, Félix Quinteros Ferreyra, nacido hace 73 años en el histórico pueblo de Comatrana, Ica, desde hace 50 años recibió el llamado ancestral de velar por la conservación del árbol milenario nativo: el huarango, el cual está en peligro de extinción por la tala indiscriminada y por ciertos hongos que lo atacan, debilitan y causan la muerte.
Félix Quinteros desde muy joven ha desarrollado una titánica batalla casi solitaria para evitar que el huarango desaparezca. Pese a la existencia de una ley que penaliza su tala, los depredadores han continuado matando miles de éstos árboles nativos para convertirlos en leña y carbón para ser usados en las pollerías, panaderías, hornos de ladrilleras, destilación de aguardiente, entre otros usos.
El conservacionista no solamente ha lidiado con los depredadores, sino también con la indiferencia de las autoridades de turno que no fomentaban la reforestación de Ica con plantas nativas como el huarango, el sauce, las acacias, entre otros.
Hace más de 10 años, Félix Quinteros, con apoyo de otros conservacionistas como David Bayer y Alejandro Pávez, lograron reforestar con plantas nativas un tramo importante de la quebraba Cansas, con la finalidad de que actúen como defensas ribereñas naturales.
Posteriormente, Quinteros prosiguió su labor de reforestación sembrando dos mil huarangos a ambos lados de la carretera que conduce al santuario de la Virgen del Rosario de Yauca. También sembró gran número de plantones del árbol milenario en la subida al balneario de Huacachina. A modo experimental también sembró las mismas plantas en la plaza de armas de Ica.
Desastre ecológico
Lo que le preocupa a Quinteros es que aún las autoridades regionales y municipales no toman conciencia sobre lo que significa reforestar los valles de la región Ica con plantas nativas como el huarango, el mismo que puede vivir hasta mil años, a diferencia de otros árboles que apenas llegan a los 100.
Agrega que, además, el huarango nos proporciona alimento a través de sus vainas que son muy nutritivas, nos brinda gran cantidad de oxígeno y es un gran regulador de microclimas.
Por este motivo, trata de fomentar conciencia conservacionista en colegios e institutos superiores, a fin de evitar la tala indiscriminada de las plantas nativas e incentivar la siembra de huarangos para evitar su extinción.
Dijo que era de vital importancia frenar la tala de árboles, porque llegará el día en que la naturaleza no cuente con estos aliados para purificar el oxígeno, lo cual originaría un desastre ecológico con consecuencias letales para los habitantes de la región Ica, en especial de la ciudad iqueña que se ha poblado de urbanizaciones que sólo cuentan con grama que no sirve para purificar el ambiente.