Por: Paulo Quequezana
Analista de estudios económicos de ComexPerú
Como ocurrió en 2023, Ica ha sido nuevamente declarada en emergencia sanitaria debido a la incidencia del dengue, al igual que otras 19 regiones del país. Con datos a la séptima semana de 2024, provenientes del Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades, la cantidad de casos entre confirmados y probables en el departamento suman 3,313, una cifra sumamente superior a los 88 casos que se tenían a la misma semana del año pasado.
El aumento es tal que, si comparamos la dinámica de los casos contra otros años, no encontraríamos algo igual, pues, como mucho en 2017, cuando se produjo el último gran fenómeno de El Niño, se registraron 295 casos a estas alturas en Ica. De hecho, si queremos un punto de comparación, tendríamos que ir a la semana 15 del año pasado, cuando comenzaba el periodo más álgido de la incidencia de dengue, para encontrar valores similares en cuanto a los casos registrados. Otro ejemplo: en la semana 18 de 2023, Ica alcanzó su registro más alto del año, con 1,542 casos; en la semana 6 de 2024, ya registró 909. En otras palabras, el dengue ha vuelto, y parece que con más fuerza que nunca.
El por qué el vector del dengue se prolifera es algo conocido: condiciones de vida precarias, falta de acceso a agua potable, carencia de tratamiento de aguas residuales, entre otros. A esto se debe sumar la presencia de altas temperaturas en un verano fuera de lo normal, que permiten una reproducción más rápida del animal que transmite la enfermedad, y la acumulación de agua producto de las lluvias intensas que se han producido en los últimos días.
Por supuesto, la atención del sistema de salud también juega un rol crucial en el impacto del dengue en la población. Se requiere personal y equipo para atender a los enfermos, identificar las zonas de mayor riesgo de contagio y dar tratamientos oportunos. Por otro lado, las municipalidades y gobiernos regionales deben enfocarse en los aspectos operativos para prevenir que la enfermedad se siga expandiendo (fumigación, difusión de información, apoyo a familias), y en ejecutar su presupuesto público en obras y actividades que minimicen los factores de riesgo.
Sobre esto último, las autoridades iqueñas dejaron mucho que desear al finalizar 2023. Los datos del MEF muestran que los gobiernos locales solo ejecutaron un 45.2% de su presupuesto para obras de saneamiento y el 68.6% de su presupuesto para obras de salud. Además, según la Contraloría, hasta 10 proyectos de saneamiento acabaron paralizados al terminar el año, con un monto de inversión acumulado de un poco más de S/ 118 millones.
La calidad de la atención médica en el departamento también es deficiente. De acuerdo con el Ministerio de Salud, 163 de 165 establecimientos de salud del primer nivel de atención cuentan con capacidad instalada inadecuada, es decir, que no están en óptimas condiciones respecto a su infraestructura y equipamiento. En una situación similar se encuentran nueve hospitales. Además, solo el 50.6% de los centros de primer nivel opera como mínimo 12 horas, el tiempo que se considera ideal para atender a los ciudadanos, y menos del 30% de todos los médicos disponibles en Ica trabaja en estos centros.
Tomando en cuenta todos estos resultados, no es sorprendente que pese a que en 2023 se utilizó casi todo el presupuesto destinado a combatir enfermedades metaxénicas (como el dengue) en Ica (y, de hecho, en general en todo el país), 2024 ha comenzado con otra crisis sanitaria. El sistema de salud requiere reforzarse de forma tal que los ciudadanos que se atiendan en el primer nivel tengan todo lo necesario para tratarse y curarse, sin la necesidad de pasar a hospitales. Al mismo tiempo, es imperativo exigir a las autoridades que ejecuten las obras que la población necesita para mejorar la cobertura de saneamiento por medio de la red pública, de forma que no se llegue a utilizar medios que fomenten la acumulación de agua. O se empieza a cambiar la manera de hacer las cosas o el dengue se volverá en otro problema más del Perú ante el cual no queda otra cosa más que “esperar que pase”.