El presidente Leguía, la Patria Nueva y el Día del Indio

| Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda

Historiador, director del Museo Electoral y de la Democracia

de la Dirección Nacional de Educación y Formación Cívica

Ciudadana del Jurado Nacional de Elecciones

Aunque se reflexiona alrededor del campesino peruano, el 24 de junio de cada año, no deja de interesar que fue el 23 de mayo de1930, un poco antes de finalizar su gobierno, que el presidente Augusto B. Leguía instituyó oficialmente un día para dedicarlo al indio peruano. Leguía gobernó el Perú, por segunda vez, entre 1919 y 1930.

Al respecto, debemos mencionar que 1919 fue un año clave para el mundo, finalizaron las hostilidades de una contienda bélica que se recordaría como la primera guerra mundial; 1919 también es clave para la historia peruana, porque está asociado al inicio del mencionado gobierno, que se prolongó hasta 1930, y sería recordado como La Patria Nueva.

A su segundo gobierno se le denomina el Oncenio de Leguía o Patria Nueva, porque fueron 11 años continuos, en que la figura del recordado lambayecano se ligó al ejercicio del poder en el Perú, quedando su nombre en la memoria colectiva y, sobre todo, en los lugares donde las obras de modernización de la sociedad peruana se mantienen hasta hoy.

Pese a que su figura fue muy desgastada por sus críticos, la realidad hace ver que Augusto Bernardino Leguía Salcedo entró muy rico al ejercicio de la Presidencia de la República, y terminó pobre, lamentando la situación de sus hijas en su testamento, porque intuyó que, así como su propia casa fue víctima de la destrucción de las turbas, su gobierno sería señalado por quienes lo estigmatizarían con una serie de adjetivos que llegaron hasta varias décadas después de su muerte, ocurrida en febrero de 1932.

La época de gobierno de Augusto Bernardino Leguía, asociada a La Patria Nueva, se inició el 4 de julio de 1919 hasta agosto de 1930, después de la indecisión del Congreso por determinar qué candidato era el ganador en el proceso electoral de ese año, y, sospechando Leguía que no se admitiría su triunfo, se hizo del poder con apoyo de un grupo de militares de alto nivel, que tomaron como medida la destitución del presidente José Pardo y Barreda.

De inmediato, la Constituyente elegida procedió a la elaboración de una nueva Constitución, que -entre otros puntos- consideró la prolongación de la duración del período presidencial de 4 a 5 años, como se estableció a través de un plebiscito. Este periodo se caracterizó por la apertura al capital extranjero, priorizando al estadounidense, y el Perú continuó exportando materias primas y, al mismo tiempo, como consecuencia de la industrialización, surgieron o se consolidaron dentro de la estructura social nuevas clases y grandes grupos sociales, como los obreros, que irrumpieron en el nuevo escenario social.

La Patria Nueva

En su propuesta de gobierno, Leguía popularizó el término “Patria Nueva” que -de acuerdo a la temprana interpretación del historiador Jorge Basadre- se refería al rompimiento del viejo orden y establecer un nuevo orden, distinto al modelo anterior, donde el actor principal fue el civilismo. Habiendo sido civilista, rompió con esa ideología y anunció que tendría un gobierno diferente.

Quizá uno de los retos para el gobierno de La Patria Nueva fue hacer frente al problema del campesino, al punto que se estableció un día para celebrar el día del indio, el 24 de junio, y se creó el patronato de la raza indígena, con una oficina de asuntos indígenas. Eran tiempos del primer indigenismo, hubo una gran preocupación por la condición del indio y por el rescate de sus tradiciones.

La Patria Nueva parte de bases económicas, políticas y sociales, distintas a las del tiempo precedente; se asociaba a la modernización del Perú, a su integración carretera y a la definición de sus fronteras, porque hasta entonces los únicos límites establecidos eran con el mar. Se asegura que La Patria Nueva hizo que se la identificara más con un esfuerzo de modernización material y con el desarrollo de una economía capitalista.

En el campo político, el programa de La Patria Nueva los llevó a aplicar una serie de medidas que de alguna forma frenaron a los sectores que pedían reivindicaciones; y, asimismo, pese a que la Constitución de 1920 prohibía la reelección presidencial, Leguía fue reelegido dos veces, tras hacerse enmiendas constitucionales, y siguió gobernando con apoyo de los dirigentes de las principales fuerzas políticas de ese momento.

Quizá por conveniencia, o quien sabe por qué razones, gran parte de la clase política estaba de acuerdo con la continuación de Leguía en el poder, como consta en una gran fotografía, artística y testimonial, conservada en el Museo del Jurado Nacional de Elecciones, donde aparecen los dirigentes del Partido Democrático Reformista, del Partido Constitucional y del Partido Demócrata.

Reflexiones en el Día del Indio

El régimen de Leguía tuvo también una abierta voluntad de liquidar el viejo orden aristocrático del Estado peruano, así como el propósito de detener el avance del comunismo, acciones que en los gobiernos de sus sucesores fueron más drásticas, llegando al extremo de considerarse de carácter internacional a las agrupaciones de izquierda y al Partido Aprista Peruano, de Víctor Raúl Haya de la Torre.

Reflexionando sobre la población nativa del Perú, los intelectuales del “indigenismo”, publicaron una serie de libros y de artículos, y, en este sentido, la producción literaria es abundante, igual la creación musical y la pintura. Había que llamar la atención de los peruanos no indios, para que no pusieran obstáculos al proceso de integración del poblador aborigen a la nacionalidad peruana, y para que se le considere elemento activo en la dinámica económica, tras la mejora de sus condiciones de vida.

En reconocimiento al gobierno de Leguía, se destaca que fue en la Constitución de 1920 donde por primera vez se reivindicó el derecho de los indígenas, al establecerse -en sendos artículos- la protección a la propiedad de las comunidades indígenas y la protección estatal a la raza indígena a través de leyes especiales para su desarrollo y proceso cultural.

Una de las figuras destacadas en este período es la del laureado político, literato y gran peruanista Hildebrando Castro Pozo, quien publicó en 1924 su libro “Nuestra Comunidad indígena”, que tantas reflexiones generaría alrededor de millones de peruanos que vivían como extranjeros en su propia heredad.

Años después se dejaría de llamar al día reflexivo como “Día del indio”, para denominarlo “Día del campesino aborigen”, desde el gobierno de Juan Velasco Alvarado, lo que fue bien recibido por los sectores progresistas, que vieron en esta medida, un serio apuntar hacia el camino de la igualdad que demandaba nuestra sociedad, pese a que se vivía bajo el gobierno de una dictadura.

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