| Por: Lic. Jesús Acevedo Herrera
Past Decano del Consejo Regional de Ica
Colegio de Periodistas del Perú
Reg. FPP. 5385
Reg. CPP. 030
A veces nos preguntamos ¿Quién no ha errado alguna vez en la vida? ¿Quién no ha sentido la sensación de un fracaso? Muchos amigos me dicen, afirmando, “he fracasado en la vida” y lo primero que les digo es que desechen esa frase de su mente, de su vocabulario, porque simplemente los fracasos no son eternos, son temporales. Son tropiezos que nos dicen que en algún momento fallamos en algo y que por ahí no era la cosa, era otra. Lo cierto es que todos nos hemos sentido vencidos en algún momento de nuestras vidas.
La sensación del fracaso suele -a veces- ser intensa, vital, dolorosa; y en algunas ocasiones es muy beneficiosa para el desarrollo personal. Es cierto que con el fracaso se sufre, pero de él se aprende muchas cosas si esta experiencia se afronta con decisión, valentía y voluntad de superación.
El fracaso es parte de la vida y debemos abrazarlo en lugar de temerlo. Aprender de nuestros errores y fracasos nos permite crecer. Una frase popular dice: “el éxito no es definitivo y la derrota no es fatal, lo que realmente importa es el coraje que se tiene para seguir adelante”.
¿Qué es el fracaso? Decimos que es una sensación asociada a no lograr unos objetivos esperados a corto o largo plazo. Se acompaña de una vivencia amarga, desagradable y frustrante. Todos hemos tenido que afrontar esa vivencia. Es parte de la vida, la otra cara de la moneda, la otra cara del éxito. En ese sentido, es bueno distinguir entre la sensación de fracaso ante un fallo o contratiempo real, y la sensación que sobreviene en nosotros sin motivo.
Así, la primera hace referencia a la vivencia de un fracaso donde es importante matizar algunos aspectos: la intensidad, la coherencia con el hecho que la desencadena y la forma de reaccionar. Por otro lado, lo normal es que la persona, pasados los momentos iniciales, razone sobre los motivos de su fracaso. Después conseguirá superarlo y evitar que vuelva a producirse.
El miedo, el miedo, lo has sentido. El fracaso es un temor frente a la posibilidad de no satisfacer las expectativas propias y de los demás, o bien a equivocarse y cometer errores. Ese trastorno es conocido como la atiquifobia y es común que se dé en forma intensa y recurrente, siendo un padecimiento crónico que afecta la vida de las personas.
A la hora de reaccionar ante un fracaso, la personalidad es uno de los principales factores a tener en cuenta. En ese sentido, las personalidades fuertes y maduras se caracterizan por poner en marcha todos sus mecanismos de defensa y superar de forma positiva el contratiempo. Las personalidades más débiles e inseguras suelen venirse abajo ante escollos relativamente pequeños. Necesitan mucho más apoyo del exterior para superarlos.
Por otro lado, hay sensaciones de fracaso que no están justificadas: son los fracasos imaginarios. Las cosas pueden ir paliativamente bien y aún así sentirnos abatidos y hundidos, incapaces de resolver el más mínimo contratiempo. Hay veces que tenemos la sensación de fallar y haber fracaso de forma general o en algo muy concreto. Nos referimos así a un fracaso imaginario. Esta sensación de fracaso arranca de sentimientos de inferioridad y minusvalía, o acompaña a rachas depresivas.
El síndrome del fracasado es la sensación permanente de haber fallado, de no haber logrado nada. El fracasado siente que no tiene posibilidades. Este síndrome afecta al pasado, al presente y el futuro. La persona fracasada pierde la iniciativa, la capacidad de hechos, la resistencia a las eventualidades, cae en fases depresivas y puede desear morir.
Superar un fracaso es posible. Ante un fracaso hay quienes se sienten hundidos y derrotados, y quienes sacan fuerzas de flaqueza y no tardan de ponerse de nuevo en marcha. El fracaso no es el fin del mundo ni tampoco el final de aquello en que se ha fracasado. Este es el punto de partida de la superación. Recuerda, los fracasos son susceptible de ser superados. La sensación de fracaso es pasajera y en nuestras manos está permitir que esta situación se instaure de forma permanente con determinadas actuaciones, después de ejecutarlos mal.
Nunca te sientas fracasado. Vas a ser mejor.
