Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda
Historiador, director del Museo Electoral y de la Democracia
de la Dirección Nacional de Educación y Formación Cívica
Ciudadana del Jurado Nacional de Elecciones
El año 2024 ha dado a los peruanos la satisfacción vibrante de vivir la emoción de dos bicentenarios: las glorias de Junín y de Ayacucho, escenarios de la grandeza de dos líderes militares, como lo fueron los generales Simón Bolívar y Antonio José de Sucre.
No resulta difícil recordar que en la secundaria aprendimos que, después de proclamada y jurada la independencia nacional el 28 y 29 de julio de 1821, el 3 de agosto, el general argentino José de San Martín asumió el mando supremo con el título provisorio de Protector de la Libertad del Perú, iniciándose un gobierno que acabaría al año siguiente, después de la entrevista que sostuvo con el general Bolívar en Guayaquil.
El general San Martín siempre se mostró admirador de José Gervasio de Artigas, figura central en el escenario de la independencia en Uruguay, y que, ante problemas no resueltos con sus vecinos, se proclamó Protector de los pueblos libres de la Banda oriental, como se conocía entonces al actual Uruguay, por estar ubicado su territorio en la banda opuesta a la provincia de Buenos Aires, en el Río de la Plata.
Artigas fue una de los protagonistas centrales en la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y uno de los propulsores de un federalismo que no tuviera sus instalaciones administrativas en Buenos Aires, y frente a las situaciones de controversia a la que lo condenaron las circunstancias, desde la misma Argentina, y en enfrentar a una invasión luso brasileña, se le vio actuar como Protector de los Pueblos Libres y dar un carácter provisional a la legislación que inspiraba.
En el Perú de 1821, las tensiones no habían terminado con la proclamación de la independencia, el escenario seguía caldeado por la no aceptación de la independencia, por unos pocos civiles realistas, y porque el ejército del Rey estaba en la sierra, buscando la oportunidad de presentar batalla y volver a la capital virreinal, pese a que la independencia ya resultaba indetenible.
El Protectorado de San Marín se conoce también Protectorado del Perú, ejercido prácticamente en los departamentos libres y que no estaban ocupados por los realistas, fue un gobierno provisorio, que presenta al general San Martín como el personaje respetuoso de la voluntad popular en los departamentos libres de la dominación realista. Asumió el cargo por el decreto del 3 de agosto de 1821, que él mismo hizo de conocimiento público, como aparece en el libro sobre Gobernantes del Perú que, coincidiendo con el Bicentenario de la Proclamación de la Independencia, publicó en el 2021 la Municipalidad de Lima Metropolitana.
El general San Martín había llegado al Perú a través de Chile, dada la imposibilidad de hacerlo por el Alto Perú, como era su propósito inicial. Desembarcó en Paracas, se ocupó Pisco, lanzó proclamas a los peruanos, declarando que no era enemigo de la libertad ni de ellos, y que no venía en son de conquistador sino de amigo.
A partir de aquí se protagonizaría luego la primera campaña de Antonio Álvarez de Arenales a la sierra, con los sucesos vividos en Pisco e Ica, la deserción de parte de las tropas realistas en Palpa, el encuentro de Changuillo, Nasca y Acarí, y más de un suceso que en este bicentenario ha sido evocado por los oriundos de cada lugar.
Las entrevistas con los emisarios del virrey Pezuela, llevadas a cabo -primero- en Miraflores, hicieron entender a los realistas sobre la necesidad de acabar con esa guerra que no debería prolongarse, quizá más pudo su fidelidad al Rey que el entendimiento de la propia realidad en la que estaban, porque ni en la conferencia de Punchauca, en la que San Martín se encontró con el propio virrey La Serna, se pudo dar término a la guerra. El 5 de julio el virrey abandonó Lima y, unos días después, San Martín y gran parte del Ejército Libertador ingresarían a la ciudad.
En el protectorado, San Martín resumió en su persona el mando civil y el militar, formando de inmediato su gabinete, que entre otros fue conformado con figuras de prestigio como Hipólito Unanue, Juan García del Río y Bernardo Monteagudo, su compatriota. En octubre de 1821 ya estaba listo el Estatuto Provisorio de Gobierno, a través del que se señalaba la división territorial, la libertad de vientres y la liberación de parte de la tributación indígena. Asimismo, el Reglamento estableció que todas las ordenanzas, leyes y reglamentos quedaban en vigencia, mientras no se dispusiera lo contrario; es decir no hubo un rompimiento abrupto con el orden social establecido.
San Martín fundó la Sociedad Patriótica, conformada por ciudadanos patriotas independentistas de probada orientación en sus actitudes, Sociedad que discutía, por otro lado, la forma de gobierno más conveniente para los peruanos, polarizándose entre la monarquía constitucional preconizada por el Protector y sus ministros Unanue y Monteagudo, y la república, forma de gobierno defendida por Manuel Pérez de Tudela, Faustino Sánchez Carrión y Mariano José de Arce.
En medio de esta discusión, se tomó la decisión de enviar a Juan García del Río y a Diego Paroissien a buscar un príncipe para que reinara en el Perú, con la existencia de un Parlamento, elegido soberana y libremente; asimismo, la misión recibió el encargo de contratar un empréstito para la continuación de la campaña militar, frente a la actitud de los realistas. La comisión de Juan García del Río y Diego Paroissien fue a Europa -por orden del Protector San Martín- para buscar al príncipe que en el Perú sería rey. Del Río y Paroissien salieron de Lima en diciembre de 1821 llegando a Londres en septiembre de 1822, mes en el que terminó el protectorado de San Martín
Durante el Protectorado, San Martín estableció la libertad de comercio y la libertad de imprenta, terminando con la represión realista que inquisitorialmente estaba siempre sobre los patriotas; y, en una actitud entendible para la época, amparó el culto católico. Asimismo, obligó a los realistas enemigos de la independencia a salir del país, mientras el virrey La Serna se fortalecía en la sierra sur y tomaba al Cusco como su capital.
Como Protector de la Libertad del Perú, San Martín apoyó al general Antonio José de Sucre, enviando parte del ejército del Perú, al mando del general Andrés de Santa Cruz, que participó en la batalla de Pichincha, donde se coronó la independencia ecuatoriana. Dos meses después, se entrevistaría con el general Bolívar en Guayaquil, el 26 y 27 de julio de 1822, dejando libre el escenario de la guerra en el Perú al general venezolano.
De regreso a Lima, el día de la instalación del Congreso que convocara a fines de 1821, renunció a su alta investidura y se alejó del país, había gobernado al Perú como Protector desde el 3 de agosto de 1821 hasta el 20 de setiembre del año siguiente, es decir, un año, un mes y 17 días.
Durante el protectorado se aprobó la letra y música del Himno Nacional. El gobierno del general San Martín fue, después de varios siglos, un gobierno autónomo para el Perú (el desarrollo autónomo se había visto interrumpido por la conquista española). Tras su renunciamiento, el pueblo, a través de sus representantes, dictó la primera Constitución y se decidió por la forma de gobierno republicana.
Con San Martín se creó la Marina de Guerra del Perú, el 8 de octubre de 1821, adquiriéndose los primeros buques para la Escuadra Nacional, que defendería la soberanía de la naciente República. Obra del Protectorado es la creación de la Biblioteca Nacional, primer centro de cultura nacional, con la que el propio Protector contribuyó, regalando parte de su biblioteca personal. También se creó la Prden del Sol para distinguir a los peruanos por su patriotismo en la guerra de la independencia, y a las mujeres peruanas también se les distinguió con una cinta especial bicolor.
Mientras estuvo en el Perú, San Martín Percibió que el espíritu de los peruanos, si bien era abiertamente independentista, empataría mejor con una monarquía constitucional, limitada por un Congreso soberano que sería elegido por los ciudadanos. En el Perú había una larga tradición imperial, desde la época de los incas, y luego el ejercicio del poder y el control de Sudamérica, desde el Reino del Perú.
A todas luces, el general San Martín quería evitar que el Perú independiente entrara en anarquía y desgobierno, tal como se vivía en otros países independientes, que se habían decidido por la república como su forma de gobierno. En el Bicentenario de la Independencia, la figura del general San Martín ha sido una de las más evocadas, en todo el Perú.