Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda
Historiador, director del Museo Electoral y de la Democracia
de la Dirección Nacional de Educación y Formación Cívica
Ciudadana del Jurado Nacional de Elecciones
La conmemoración del Bicentenario de la Independencia nos mantendrá pendientes hasta el 2025, probablemente, por el Bicentenario de la muerte de Faustino Sánchez Carrión y la creación del diario El Peruano. Uno de los personajes más recordados en lo que va de la conmemoración del Bicentenario de la Independencia es Hipólito Unanue, una de las figuras más emblemáticas de la historia nacional, sobre todo cuando se trata de la independencia.
Unanue tiene bien merecido el reconocimiento como precursor de la independencia, puesto que, con su pensamiento y trabajo, abrió sembró y fortaleció un ideal que se convirtió en un hecho al lograrse la independencia del Perú. Su vida está ligada a la medicina, a cargos claves en el virreinato y a puestos prestigiosos en la naciente República del Perú.
Es bastante conocido que en la segunda mitad del siglo XVIII un grupo de intelectuales empezó a difundir sobre la idea de patria en el Mercurio Peruano, publicación periódica que hizo conocer a los peruanos su realidad económica, social, religiosa, militar, cultural, y todo lo concerniente al virreinato del Perú, desde la mirada de un grupo de hombres identificados plenamente con la tierra en que habían nacido, o que habían hecho suya, al contacto con la gente y su espacio social.
Sin lugar a dudas, las reflexiones sobre la independencia del Perú iban en aumento y cada vez era mayor el número de comprometidos con esta idea. Estas descripciones coloniales del Perú, debidas a Hipólito Unanue, se hubiesen complementado con la descripción gráfica de buena parte del virreinato del Perú, hecha por el obispo de Trujillo don Baltazar Jaime Martínez Compañón y Bujanda, pero recién estas acuarelas se conocieron en el siglo XX, después de 150 años que se mandaron a pintar.
La fuerza de la identidad patria
A la Sociedad Amantes del país, ese grupo de intelectuales de la segunda mitad del siglo XVIII, perteneció Hipólito Unanue, el precursor de la independencia nacional que, junto con José Baquíjano y Carrillo, fundaron la Sociedad Amantes del País y tuvieron en el Mercurio Peruano el órgano de difusión de lo que era el Perú, conscientes quizá que la identificación con el suelo, lo que genera el sentimiento de identidad, es el conocimiento sobre ello, y eso despierta el sentimiento de hacer suyo lo material y social que existe en él, y, en este caso, solo se podía conocer leyendo.
Idea general del Perú, fue el título de su primer artículo en cuyo contenido se puede captar su pensamiento ideológico. En el Mercurio Peruano -entiéndase Mensajero del Perú, porque Mercurio en la mitología griega era el mensajero de los dioses-, se percibe la prioridad de noticias nacionales frente a otros temas de interés al hombre culto, al hombre informado, que con toda seguridad las compartía con otras personas interesadas en conocer las raíces y la actualidad de su patria; todo el contenido tiene un gran toque nacionalista, siendo innegable el propósito que movía el alma de Unanue.
Su nacimiento y acciones
Hipólito Unanue y Pavón nació en Arica, tierra peruana, el 13 de agosto de 1755, y falleció en Lima el 15 de julio de 1833, un día de aniversario de la declaración de la independencia que hiciera el Cabildo de Lima en 1821; es decir, la patria que estuvo en sus venas y pensamiento escogió un día muy especial para su muerte.
Fue hijo de Miguel Antonio Unanue y Montalivet, y de Manuela Pavón y Salgado de Araujo. Casó con Manuela de la Cuba y Ballón, y en segundas nupcias con Josefa de la Cuba, con quien tuvo descendencia. Sus estudios iniciales los hizo en Arequipa, en el colegio San Jerónimo y, pese a estar orientado inicialmente hacia la carrera eclesiástica, pronto comprendió que su vocación estaba en la ciencia, graduándose de médico, mientras paralelamente crecía en conocimientos sobre física, matemática, literatura clásica, latina y griega.
En la vieja Universidad de San Marcos fue titular de la cátedra de anatomía, y en ese prestigioso centro de estudios fundó -en 1782- el anfiteatro anatómico, al mismo tiempo que proyectó la creación del colegio San Fernando, que recién se estableció bajo el gobierno del virrey Fernando de Abascal.
Después que el general José de San Martín llegó al Perú y se realizó la entrevista de Punchauca en 1820, por encargo del virrey Joaquín de la Pezuela, Unanue asistió en su representación para tratar sobre negociaciones de paz con los enviados de San Martín, sin que llegaran a ponerse de acuerdo. Después que se juró la independencia, fue fundador de la Orden del Sol, miembro de la Sociedad Patriótica y Ministro de Hacienda. Unanue recibió la Orden del Sol del Protector José de San Martín.
Resultó electo para el primer Congreso Constituyente de 1822-1823, representando a Puno; y en el de 1826 a la provincia de Arica. En el Congreso de 1822 fue reconocido como Benemérito de la Patria en grado Eminente; y tras la llegada de Bolívar, cuando el Libertador se ausentó de Lima, fue encargado del mando supremo entre 1825 y 1826.
En la memoria perdurable y colectiva de los peruanos
Hipólito Unanue buscó acercar el Perú a los peruanos, contribuyendo con esto a la formación de la conciencia de patria, y para eso publicó entre 1793 y 1797 la “Guía política, eclesiástica y militar del Virreinato”, donde se consignan datos estadísticos e históricos que presentaban a los peruanos lo que era el Perú en esos momentos.
Murió en San Vicente de Cañete, en 1833. Sus restos descansan en el Panteón Nacional de los Próceres de la Independencia, desde el 16 de octubre de 1927. Unanue es uno de los peruanos que está en la memoria colectiva de sus connacionales; su nombre está en calles, avenidas, plazas e instituciones educativas, que lo recuerdan como médico, meteorólogo, naturalista y docente universitario, pero, sobre todo, como un gran precursor de la independencia nacional. Muchas calles e instituciones educativas llevan su nombre en todo el Perú.
Unanue fue reconocido en vida al ser incorporado a diferentes academias científicas de su época, instituciones de gran prestigio cultural en el mundo. Junto con el naturalista José Pavón, trabajó la “Flora Peruana”. La labor de Hipólito Unanue, uno de los más grandes amantes del país, lo proyecta como el hombre que compartió la idea de patria entre sus connacionales, percibió el espíritu de su tiempo, captó la efervescencia del momento que vivía y su alma se llenó de los ideales que lo harían inmortal en la memoria de todos los peruanos.