Bustamante y Rivero, y Manuel A. Odría: entre luces y sombras de la democracia

| Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda

Historiador, director del Museo Electoral y de la Democracia

de la Dirección Nacional de Educación y Formación Cívica

Ciudadana del Jurado Nacional de Elecciones
El camino de la democracia en el Perú tiene un derrotero de luces y de sombras en el que más han podido las primeras, ya que, pese a golpes de Estado y otras acciones atentatorias contra la estabilidad democrática, esta se mantiene cada vez más firme y se promueve un voto responsable al momento de delegar poder a las autoridades.

En varios artículos periodísticos en la prensa nacional, dimos cuenta de un atentado contra la democracia, ocurrido el 27 de octubre de 1948, cuando Manuel Arturo Odría se amotinó ese día en Arequipa y derrocó al Presidente Constitucional del Perú, doctor José Luis Bustamante y Rivero, personaje destinado a quedarse en la memoria colectiva de los peruanos como un paradigma de la democracia.

José Luis Bustamante y Rivero

José Luis Bustamante y Rivero nació en Arequipa, el 15 de enero de 1894, y falleció en Lima el 11 de enero de 1989. Sus padres fueron Manuel José Bustamante y Barreda, y María Victoria Andrea de Rivero y Romero. Fue un destacado abogado, jurista y político, que no solo llegó a ser Presidente Constitucional de la República del Perú de 1945 a 1948, sino que se destacó a nivel mundial, al ocupar el cargo de presidente de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, entre 1967 y 1969. En años anteriores había ocupado cargos diplomáticos representando al Perú en Bolivia y Uruguay.

Bustamante y Rivero estudió en el Colegio San José de los padres jesuitas, en Arequipa, y realizó estudios superiores en la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco, graduándose de doctor en Letras en 1918 con una tesis sobre Reorganización de las universidades. En la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa se graduó de bachiller y doctor en Derecho; en este campo se destacaría más, recibiendo tempranos reconocimientos.

Estaba en Arequipa cuando se realizó el movimiento contra el presidente Leguía, encabezado por el comandante Luis Miguel Sánchez Cerro, vinculándose al Manifiesto de Arequipa, con el que se exigía al presidente Augusto B. Leguía su renuncia, dando a conocer las causas del pronunciamiento.

Convocado el proceso electoral de 1945, el Jurado Nacional de Elecciones entregó sus credenciales como ganador al doctor Bustamante y Rivero, quien llegaba al ejercicio del poder aureolado de una conocida probidad. Compitió como cabeza de una alianza de partidos políticos, que constituyeron el Frente Democrático Nacional o FDN. El candidato Bustamante y Rivero se había propuesto terminar con los odios políticos en el Perú. El FDN ganó las elecciones del 10 de junio de 1945, con 305.590 votos (66,97%). mientras el candidato opositor, Eloy Ureta, obtuvo 150.720 (33,03%).

Bustamante y Rivero tomo juramento como Presidente Constitucional de la República el 28 de julio de 1945; en su fórmula llevaba como primer vicepresidente al poeta José Gálvez Barrenechea. Uno de los diputados ganadores en su lista fue el arquitecto Fernando Belaúnde Terry, y el gabinete ministerial fue presidido por Rafael Belaunde Diez Canseco.

Su gobierno marcó un hito en la historia nacional, y en la historia electoral particularmente, al convocarse a elecciones municipales con participación de las mujeres, lo que no se llevó a cabo por la interrupción de la democracia, con el golpe de Estado que lo sacó del ejercicio como mandatario nacional, exiliándolo del país.

Tuvo la oposición del aprismo y de sectores de la derecha, y, pese a todo, procuró el bienestar social de los peruanos; asimismo, de su gobierno es el logro de la gestión -en 1947- de extender la soberanía peruana en doscientas millas marinas. Finalizado el ochenio de Odría, regresó al Perú en 1956 y, pese al ofrecimiento para postular a las elecciones de ese año, no lo hizo.

En el Museo Electoral y de la Democracia del Jurado Nacional de Elecciones existe una colección de imágenes y otros bienes culturales relacionados con la vida y obra de José Luis Bustamante y Rivero, que se exponen de manera permanente, así como en las exposiciones itinerantes que se hacen en Lima y fuera de la capital peruana.

Manuel Arturo Odría y la toma de poder

Ese 27 de octubre de 1948 los peruanos escucharon asombrados por la radio que se había protagonizado un hecho asociado con una de las sombras de la democracia, al derrocarse al Presidente Constitucional José Luis Bustamante y Rivero, hombre probo, a quien la historia haría justicia, y las instituciones jurídicas internacionales reconocerían por su gran experiencia en temas de carácter internacional.

En efecto, ese 27 de octubre, Manuel Arturo Odría Amoretti tomó el poder con apoyo de otros militares, entre los que se contó al cajamarquino residente en Lima, Zenón Noriega Agüero. Ese suceso se vivió después del enfrentamiento entre el Ejecutivo y el Legislativo, poder en el que los representantes apristas, que inicialmente apoyaban a Bustamante y Rivero, se volvieron contra él. Esto había motivado a que se declarara al Partido Aprista Peruano fuera de la Ley, con las consiguientes medidas que multiplicaron, aún más, el rechazo de los apristas.

Odría llamó a su movimiento Revolución Restauradora, eran tiempos en que la educación cívica ciudadana no tenía la fortaleza que hoy tiene; era una época en la que las mujeres no votaban y en la que varios sectores de la población peruana aún no tenían reconocimiento de ciudadanía.

De ese modo, el general Manuel Arturo Odría se hizo de la presidencia, iniciando un gobierno asociado a la captura del poder político, que lo llevó a convertirse en gobernante del país, asociado a una sombra de la democracia, mientras el Presidente legal y legítimo era privado de su ejercicio, que habría terminado años después.

Odría empezó con una labor asociada a las construcciones urbanas y rurales, buscaba su posicionamiento ante los peruanos resumiendo su accionar en la frase “Hechos y no palabras”, expresión que se quedaría en la memoria colectiva de quienes al final de su gestión, en 1956, mantenían a este gobernante en su memoria.

El gobierno de Odría convocó a elecciones generales en 1950, pero desarrolló un conjunto de acciones que le dejaron el campo libre para convertirse en el único candidato en ese periodo electoral, de modo que -así- obtuvo un triunfo que lo mantuvo en el gobierno como Presidente Constitucional entre 1950 y 1956. Creemos que, al no haber competidores, esas no fueron elecciones, había una sola y no dos opciones, como mínimo.

Para el efecto, se conformaron los jurados electorales departamentales que estaban constituidos por personas vinculadas a los grupos de poder regional, o por gente engarzada en las redes del poder que aún no era ejercitado mayoritariamente por sectores populares. La designación se hizo el 8 de mayo, y en junio se reemplazó a algunos por excusas y renuncias presentadas oportunamente. Fueron en total 8 años de gobierno de Odría, quien, pese a las obras materiales de su gobierno, no deja de estar asociado a una sombra en el camino de la democracia.

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