Daniel Bravo Dextre
Don Pedro Octavio Martínez Bernaola, iqueño como el huarango, es un maestro ilustre, pletórico de anécdotas que sorprende conocerlas para que a través de ellas saber más de la historia moderna de nuestro país.
A sus 95 años ha visitado varios países por motivos familiares y de estudios. Ha estado en Venezuela cuando Carlos Andrés Pérez gobernó ese país en democracia. También ha estado en México y en diversas ciudades de Brasil, conociendo su cultura y disfrutando de nuevos aires.
De joven llegó a Trujillo, donde estudió Ingeniería Química juntamente con el gran empresario pesquero Luis Banchero Rossi, natural de Tacna, hijo de inmigrantes italianos de escasos recursos.
Pedro Martínez nos cuenta que en la Universidad Nacional de Trujillo hizo una sólida amistad con Banchero Rossi; al punto que se hicieron socios y para solventar sus estudios llevaban diversos productos a la sierra trujillana para comercializarlos.
Cuando se graduó retornó a Ica e ingresó como docente al colegio “San Luis Gonzaga”, donde había estudiado secundaria, llegando a laborar como profesor del área de Ciencias Biológicas y Química, siendo director don Humberto Reyes Ramos.
Facultad de Pesquería
Después de algunos años de ejercer la docencia en el nivel de secundaria se reencontró con su amigo Banchero Rossi, quien le dijo que tenía que ejercer la profesión de ingeniero químico, por lo que movió sus influencias para que ingrese como docente de la Facultad de Ingeniería Pesquera, localizada en Pisco.
Por ello, el asesinato del magnate pesquero le ocasionó gran sufrimiento por todos los recuerdos vividos, y porque era un símbolo viviente que se puede llegar a ser rico aun naciendo en un hogar pobre.
Su vida académica ha sido muy agitada, pues el ingeniero Octavio Martínez ha laborado en la Facultad de Educación de la UNICA, en el CEPU, en el colegio Arbulú, en el América y en el San José, siendo muy querido y apreciado en todos sus centros de labores.
Antes de partir a Trujillo para formarse profesionalmente, el emprendimiento de Martínez Bernaola lo llevó a implementar una fábrica de lejía y jabones que tuvo por nombre Jabel, la cual estuvo ubicada en la calle Arequipa, frente al Coliseo Municipal.
Paraíso iqueño
Con grato recuerdo, nuestro personaje le da la razón al extinto escritor y médico cirujano Raúl Sotil Galindo, cuando en uno de sus libros publicó que Ica fue un paraíso porque llegó a tener 11 lagunas.
Nos hizo hincapié que desde muy niño sus padres lo llevaron a ese circuito de lagunas: “Me he bañado en las 11 lagunas y ahora solamente sobrevive Huacachina”, expresó con un acento de nostalgia.
Sería ideal que muy pronto el Grupo Oasis cumpla su promesa de rehidratar a otras dos o tres lagunas más, conforme hizo con Huacachina utilizando el agua reciclada del río Ica.
También sería fabuloso que en vida el colegio y la universidad “San Luis Gonzaga” le tributen un merecido homenaje al insigne maestro, gestionando para que este año en el Aniversario de Ica la municipalidad le otorgue la Medalla de Oro de la ciudad y lo declare Personaje Ilustre.