| Por: Lic. Jesús Acevedo Herrera
Past Decano del Consejo Regional de Ica
Colegio de Periodistas del Perú
Reg. FPP. 5385
Reg. CPP. 030
A pocas horas del 25 de diciembre, los cristianos recordamos el nacimiento de Jesús, hijo de Dios, y renovamos nuestra fe amando a los demás, compartiendo con nuestros hijos los valores espirituales y afirmando que la felicidad no solo está en los obsequios y en los regalos materiales, pero también debe estar al lado de los niños más pobres que existen en las zonas más alejadas, por ser desheredados de la sociedad y viven en chozas, esteras, pueblos jóvenes, barriadas, invasiones de terrenos y lugares más olvidados, y solo existe desolación y desesperanza, mientras que los políticos corruptos, congresistas y autoridades regionales y locales hacen su festín navideño con la plata del pueblo.
Si queremos conocer el verdadero sentido de la Navidad, afirmamos que esta fecha religiosa no se celebra tan igual o parecido en todos los hogares. Es bastante cierto que existen lugares donde las familias son pobres y humildes, siendo la celebración de la Navidad diferente porque allí se encuentra el verdadero rostro de Dios encarnado, hecho hombre y despreciado hace más de dos mil años. Jesús el Redentor, nació en un pesebre y estuvo al lado de los más olvidados.
En el mundo externo que vivimos se celebra la Navidad con una explosión de alegría, emociones, luces y colores, pero, poco o nada tiene que ver con el espíritu santo de la Navidad, donde estamos perdidos en el mar de las propuestas del capitalismo que nos ubica en el consumismo desenfrenado, donde no hay espacio para otra actividad que no sea el de comprar. Es una lástima que se está perdiendo el sentido de la Navidad, poco a poco, y la sociedad se introduzca más y más en el mundo del consumismo. La Navidad se ha convertido en una gran razón para que todos gasten la mayor cantidad de dinero y no tengan una reflexión interna, que salga de sus corazones.
Es cierto que no a todos les sobra dinero en su bolsillo para hacer regalos y obsequios por Navidad, pero, existen muchos que no lo pueden hacer por su condición de pobreza y viven de una manera muy distinta a lo que ofrece el consumismo masivo. También muchos son los que no tienen sueldo y sacan préstamos para sentirse iguales a la clase pudiente. Hay otros que lapidan su flaco aguinaldo, como si fuera la solución a los problemas sociales en el hogar, el pago de cuentas atrasadas, la oportunidad de comprar algo nuevo, hacer regalos, comprar adornos y el pavo o pollo para comer muy bien, es la felicidad que pasa por lo que se puede consumir.
La Navidad es la palabra de Dios. Dijimos que la Navidad está ubicada en el consumismo, sin embargo, todos somos víctimas de ese mercado. Por otro lado, afirmamos que la Navidad es oportunidad de aflorar los sentimientos que cargamos en nuestro interior y es la posibilidad de dar y recibir, es el cariño que merecemos como seres humanos.
Hoy en día, muchas de las personas consideradas como pobres se sienten abandonadas por Dios; pero, no es así, pues, Jesús, considerado como Dios de los pobres en la Biblia, señala que serán los primeros en el Reino. Por eso son los privilegiados y deben ser conscientes que solo son víctimas de un sistema de existencia y deben sacar fuerzas para abrir el camino que les corresponde. Jesús nuevamente vendrá al mundo para redimir los pecados.
Nosotros, como seres humanos, tenemos la misión de ayudar a ser conscientes. Ese es nuestro compromiso social, político y religioso; luchar por un mundo más justo y equitativo, donde todos podamos vivir bien. Por eso, los considerados pobres tienen la gran oportunidad de experimentar el verdadero misterio de la Navidad, porque ellos llevan marcas en el alma, donde están las cicatrices de los latigazos sociales que reciben.
La Navidad es el momento que debemos reflexionar. Es el tiempo para reexaminar nuestra vida y evaluar nuestros pensamientos, sentimientos y hechos que cometemos.