| Por: Luz Mery Canales Trillo
@LuzCanalesTrillo
Vicegobernadora regional de Ica
La política, o el sistema político, ha estado siempre estrechamente vinculado a los medios de prensa, periodistas o en su defecto a “la prensa”. Ese vínculo por mucho tiempo les ha hecho creer que son el cuarto poder y que pueden imponer decisiones desde un aspecto político trascendental para el país.
Esta absurda deducción nace de quienes habiendo monopolizado los medios de comunicación nacional marcan la ruta de quien asuma el mando con poder político. Esto ha funcionado desde épocas remotas no solo a nivel nacional sino también en los gobiernos regionales y locales. A partir de los años 90’ con los vladivideos, se conoció el real funcionamiento de la prensa, un negocio.
Bien sería si su accionar como hombres de prensa estaría dirigido dentro de su labor periodística, pero no, esa función informativa la han comercializado y encontraron la forma de auto amordazarse solicitando dádivas. Ese angosto vínculo ha convertido a los hombres de prensa con el poder de atacar y destruir a cualquier político, o abstenerse de hacerlo si son beneficiados con alguna prebenda. Entonces, cobran un jugoso sueldo y se quedan calladitos, no son aquellos que investigan e informan, sino quienes dependen de un determinado poder político o de una persona específica, normalmente es de quien sale el dinero para pagarles y a quien suelen agachar la cabeza.
Este vínculo afecta a la democracia del país, porque no se informa con la verdad, no se investiga lo -presumiblemente- irregular, no se cubre como información las denuncias ciudadanas, afectan el derecho a estar informado a la población y obviamente son encubridores de los hechos irregulares de quienes la practican convirtiéndose en cómplices corruptibles. Pero esto no parece importarles, contrariamente solo buscan cómo beneficiarse.
El país necesita de hombres y mujeres de prensa que ejerzan la actividad profesional que consiste en la obtención, tratamiento, interpretación y difusión de informaciones de manera veraz y objetiva, no mediante chantajes, extorsiones ni apetitos personales y/o familiares. Y esto aplica a todos los niveles de gobierno, empezando desde el Gobierno central.
Mi saludo y respeto a muchos periodistas profesionales que se niegan a ser parte de los grupos también llamados “mermeleros”, defensores de la corrupción.