Nunca sacrifiques tu dignidad por tu destino (II)

Por: Lic. Jesús Acevedo Herrera

 Past Decano del Consejo Regional de Ica

Colegio de Periodistas del Perú

Reg. FPP. 5385

Reg. CPP. 030

En la vida, como personas debemos tener en cuenta que en nuestros propios quehaceres siempre existen dos tipos de orgullo, el bueno y el malo. “El orgullo bueno” es el que representa a nuestra dignidad y amor propio que tenemos cada uno. El “orgullo malo”, prácticamente es un pecado mortal de superioridad que siempre está en la presunción y la arrogancia.

El “orgullo bueno” es la dignidad de las personas definida con la condición de ser responsable y humilde de nuestros actos, teniendo respeto hacia uno mismo. El “orgullo malo” es cuando profieren demostrar “quiénes somos”, “no sabes con quién te metes”, “yo soy fulano de tal y la vas a pagar” y otras significaciones.

Tenemos que aprender, tenemos que saber que la dignidad de la persona NO TIENE PRECIO, incluso cuando alguien comienza a dar pequeñas condiciones que al final pierde su sentido, es porque la dignidad no es negociable y no consiste en tener honores, muchas veces sin merecerlos.

El hombre que es ideal, asume las incidencias de la vida con gracia y dignidad, sacando el mejor provecho de las circunstancias que nos ocurre. A veces, las cosas que suceden muchas veces tienen un precio y pueden existir a la venta, pero, la gente debe tener en cuenta que, por encima de todo, la DIGNIDAD es invalorable y vale mucho más que las cosas.

Cuando se nos presenta un problema que nos mortifica debemos ser fuertes, vivir honorablemente con dignidad y, cuando pienses que ya no puedes, no te rindas, es preferible estar solo con dignidad que es una relación donde sacrificas tu amor propio.

Debemos saber y reconocer que retirarse significa SABIDURÍA; en ese caso, ser capaz de hacer las cosas bien es VALENTÍA. Es un orgullo alejarnos con la cabeza en alto porque siempre es dignificante para todos. Nunca debes comprometer quién eres por alguien, si no te quieren de la manera que eres, es mejor que te dejen antes que perder tu identidad.

La dignidad, amigos, es la habilidad que tenemos de permanecer fuerte y con la cabeza en alto mientras te enfrentas a la adversidad, al mismo tiempo que te permite ser capaz de reverenciar a los mayores y, por qué no, “gatear” con los niños. Hay que ser firme en tus creencias, sin cerrar tu mente a otra opinión que sí tienes que respetar. Es la única manera de ser iguales, valorar y ser responsable dándote cuenta que cada día tocarás una vida o una vida tocará la tuya.

Si está hecho para ti, no tendrás que rogar por ello. Nunca sacrifiques tu dignidad por tu destino. Nunca comprometas verdaderamente quién eres por alguien. Si no te quieren de la manera que eres, es mejor que te dejen, que perder tu propia vida y tu forma de pensar.

Conozco acerca de la pérdida de dignidad. “Sé que cuando le quitas a un hombre su dignidad creas un agujero, un profundo agujero negro lleno de desilusión, humillación, odio vacío, pena, desgracia y perdida que se convierte en el peor de los infiernos” dijo el filósofo James Frey.

Tener dignidad no significa estar libre de mancha. Cuando sientas que has fallado demasiadas veces como para seguir esforzándote, recuerda que la expiación o muerte de Cristo es real, como también es la gracia que lo hace posible. La expiación de Cristo no solo nos puede reorientar, purificar, consolar y sanar, sino que, a lo largo del proceso, ÉL puede transformarnos para que lleguemos a ser semejantes a ÉL.

Algunos, erróneamente reciben el mensaje de que el arrepentimiento es un suceso puntual. El arrepentimiento para ser digno puede tomar bastante tiempo y también un esfuerzo repetido. La vida es como un largo viaje en auto. No podemos llegar a nuestro destino con un solo tanque de gasolina, después debemos llenarlo una y otra vez. Prometemos seguir avanzando en nuestro camino y Dios y Cristo prometen llenar el tanque.

El mensaje de Dios nos dice que la dignidad no significa estar libre de mancha. La dignidad consiste en ser sinceros en nuestra vida y debemos esforzarnos para ser sinceros con Dios y nunca debemos darnos por vencidos solo porque cometemos errores.

El incorporar hábitos nuevos, mejorando nuestro carácter significa un esfuerzo que hacemos hoy, seguido de otro mañana y luego otros, tal vez durante muchos días más, incluso meses y años, pero, es posible hacerlo porque así podemos acceder a Dios por la ayuda que necesitamos a diario.

Cuando sientan que han fallado demasiadas veces para seguir esforzándose siempre, recuerda que la expiación de Cristo, la muerte de Cristo es real, como también lo es la gracia que lo hace posible.

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