Escribir, escribir y escribir

Luis Edgardo Figueroa Montes Médico patólogo clínico. Director de Medicina del Laboratorio www.medicinadellaboratorio.com

La palabra es agua y cada historia el río se las lleva. El escritor es quien domina la corriente. En el interesante artículo titulado «Por qué escribo», se detalla la respuesta de algunos escritores (1). Por ejemplo:

Héctor Abad Faciolince: porque mi cerebro se comunica mejor con mis manos que con la lengua. Porque el papel es un filtro, una coraza entre mis palabras y los ojos del otro. Porque me odio menos escribiendo que hablando. Porque mientras escribo puedo corregir, escoger una por una las palabras y nadie me interrumpe ni se desespera mientras la encuentro (1).

Felipe Benítez Reyes: si a alguien le preguntan por qué escribe, lo normal es que recurra a una frase más o menos ingeniosa, y casi todas las frases ingeniosas contienen un grado oscilante de falsedad, porque el ingenio suele implicar una ligera alteración del sentido en beneficio de la formulación misma. No sé por qué escribo, ni tampoco tengo demasiado interés en saberlo. En este caso, me preocupa más el cómo que el porqué. La pregunta me parece ociosa, de modo que cualquier respuesta posible no pasaría de ser una pirueta truculenta en el vacío. Aunque -quién sabe- a lo mejor escribe uno para eso: para obtener respuestas sin el requisito de una pregunta previa y, sobre todo, para ensayar piruetas truculentas en el vacío, que es un territorio literario bastante fértil (1).

Antonio Tabucchi: preferiría formular la pregunta así: ¿Por qué se escribe? Hace tiempo, cuando era joven, escuché a Samuel Beckett responder: «No me queda otra». Las respuestas posibles son todas plausibles, pero con un punto de interrogación. ¿Escribimos porque tememos a la muerte? ¿Porque tenemos miedo de vivir? ¿Porque tenemos nostalgia de la infancia? ¿Porque el tiempo pasado corrió deprisa o porque queremos detenerlo? ¿Porque estamos aquí y queremos estar allá y si estuviéramos allá nos hubiese resultado mejor quedarnos aquí? Como decía Boudelaire: la vida es un hospital donde cada enfermo quiere cambiar de cama. Uno piensa que se curaría más deprisa si estuviera al lado de la ventana y otro cree que estaría mejor junto a la calefacción (1).

Mario Vargas Llosa: escribo porque aprendí a leer de niño y la lectura me produjo tanto placer, me hizo vivir experiencias tan ricas, transformó mi vida de una manera tan maravillosa que supongo que mi vocación literaria fue como una transpiración, un desprendimiento de esa enorme felicidad que me daba la lectura. En cierta forma la escritura ha sido como el reverso o el complemento indispensable de esa lectura, que, para mí, sigue siendo la experiencia máxima más enriquecedora, la que más me ayuda a enfrentar cualquier tipo de adversidad o frustración. Por otra parte, escribir, que al principio es una actividad que incorporas a tu vida con otros, con el ejercicio se va convirtiendo en tu manera de vivir, en la actividad central, la que organiza absolutamente tu vida. La famosa frase de Flaubert que siempre cito «Escribir es una manera de vivir». En mi caso ha sido exactamente eso. Se ha convertido en el centro de todo lo que yo hago, de tal manera que no concebiría una vida sin la escritura y, por supuesto, sin su complemento indispensable, la lectura (1).

José Alberto Carena: profesor emérito de la Universidad Nacional de Cuyo de Argentina, refiere que no existe nada más apasionante y desafiante que planear escribir un libro de medicina con contenidos de excelencia y actualidad, fundado en bases científicas firmes, con evidencia comprobada, que reflejen los conocimientos y experiencia de profesionales con trayectoria en la temática desarrollada. El amor por la medicina y la docencia, la gratitud de nuestros enfermos y el reconocimiento de nuestros alumnos son los motores que nos impulsan a dejar plasmado en un libro no solo contenidos científicos sino también ejemplos y valores que prestigian y ennoblecen la profesión médica, recordando aquello que «Nadie es en su profesión mejor de lo que es como persona» (2).

En mi caso, en estos años de mi vida profesional, encontrarme con una página en blanco y verla después llena de palabras, tratando de transmitir un mensaje con un propósito en mis conferencias, artículos breves y originales, revisiones científicas, boletines, libros y otros escritos; resulta ser «una experiencia muy gratificante, desnudando mi interés por alzar mi voz en mi sublime especialidad médica en la medicina de laboratorio» y con la única finalidad de trascender y ser inmortal. Inmortal en una biblioteca, en un armario, en un laboratorio, en una base de datos, en una mente o en un corazón (3). Escribir, escribir y escribir…

Enlaces de interés

1. https://elpais.com/diario/2011/01/02/eps/1293953215_850215.html

2. https://bdigital.uncu.edu.ar/objetos_digitales/13751/08carena.pdf

3. www.medicinadellaboratorio.com

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